“María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!” (Lc 1, 46-49).
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Hoy, nosotros celebramos la Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora. Esta Solemnidad celebra la fe de la Santa Iglesia que proclama María elevada a los Cielos. Es decir, la sagrada tradición de la Iglesia nos enseña que Nuestra Señora fue elevada al Cielo en cuerpo y alma después de su muerte. Por lo tanto, María, la Madre de Jesús, no ha experimentado la corrupción de la carne. Esta es la verdad proclamada por nuestra Iglesia.
Y como María no estuvo sometida al poder del pecado en lugar de ser la Madre de Dios, también no podía quedar sobre el imperio de la muerte, pues como dijo San Pablo: “Salario del pecado es la muerte” (Romanos 6, 23).
María, de hecho, fue favorable por Dios en lugar de una misión grandiosa: la misión de ser la Madre de nuestro Salvador Jesucristo. Y, en lugar de esta misión, Dios realizo en Ella — como Ella mismo proclamó en el Magnificat — maravillas: “El Todo poderoso hizo grande cosas en mi favor”.
María sigue muy cerca de cada uno de nosotros, porque Ella también quiere que nosotros alcancemos la gloria del Cielo
Todo lo que Dios realizo en la vida de la Bienaventurada Virgen María fue mirando ese proyecto de la salvación de Dios —, pero que contó con la colaboración de una humilde sierva: la Virgen María.
María, en toda su humildad, colaboro de forma singular para nuestra salvación. Incluso, celebrar la Solemnidad de la Asunción de María al Cielo, nos recuerda que este es nuestro destino, que nosotros también somos llamados a alcanzar las glorias del Cielo en la medida que abandonamos nuestros pecados.
María ya vive la gloria del Cielo reservada para todos los que buscan la santidad, porque ella fue toda santa, el pecado no toco en Ella. Por eso Ella ya contempla Dios, ya esta en el Cielo. Y en medio de las luchas que nosotros vivimos aquí, podemos contar con la ayuda de Aquella que ya esta en el Cielo, además, sigue muy cerca de nosotros.
María sigue muy cerca de cada uno de nosotros, porque Ella también quiere que nosotros logremos la gloria del Cielo. Por eso la Asunción nos revela que Nuestra Señora esta muy cerca de Su Hijo Jesús en el Cielo, pero sigue también intercediendo por cada uno de nosotros. Fue así que María hizo en las Bodas de Caná, Ella ha intercedido para que no falte el vino, y Ella sigue intercediendo por cada uno de nosotros; Ella, que ya esta en el Cielo, sigue siendo nuestra madre, nuestra intercesora junto de Su Hijo Jesús.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!