“En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?» Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos y declaró: «En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos. El que se haga pequeño como este niño, ése será el más grande en el Reino de los Cielos” (Mt 18, 1-4).

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Para Dios, absolutamente nadie es subestimado, pues para Él todos nosotros somos preciosos. Poseemos un valor al cual nada se puede comparar.

Dios no nos comprara con nadie, no mide nuestro valor con nada, porque, a los ojos de Él, siempre seremos únicos; para Dios nunca seremos solo má uno. ¡Y también jamás seremos vistos por Dios, ante nuestras capacidades, según los criterios de este mundo, pues ese nos mide por nuestra capacidad, pero Dios no!

Dios es diferente, los criterios de Él en nuestra capacidad en sernos hijos, humildemente hijos que en todo dependen de Su Padre; en todo dependen del Padre que cuida, que ampara, que sostiene sus hijos.

El Reino de los Cielos es de aquellos que son humildes, sencillos, de aquellos que no tienen malicias en tu corazón

Por eso, cuando Jesús es cuestionado por sus discípulos sobre cual de ellos seria el mayor, Jesús llama un niño, la pone en medio de ellos y enseña que los mayores en Su Reino son aquellos que no perdieran la capacidad de tener un corazón como el corazón de un niño. El Reino de los Cielos es de aquellos que no perdieran la capacidad de, en todo, depender de su Padre.

El niño, como nosotros sabemos, es alguien que depende de todo de sus padres para sobrevivir. Y así también comprender que el Reino de los Cielos es de aquellos que descubrirán que sin Dios no podemos vivir, así como un niño no consigue sobrevivir sin sus padres.

El Reino de los Cielos, mis hermanos, es de aquellos que son humildes, sencillos, de aquellos que no tienen malicias en tu corazón, de aquellos que no tienen maldad, así como los niños que son puras. Siendo así, el Reino de los Cielos es de aquellos que pasan por ese proceso de conversión, son de aquellos que encuentran apoyo y seguridad en un Dios que es Padre, que cuida de nosotros, que nos ampara y nos sostienes; de aquellos que se dejan ser encontrados por ese Dios que es nuestro Padre.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!