“Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca, pero él dormía. Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!»” (Mt 8, 23-25).

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En el episodio muy conocido de todos nosotros, ese relato hoy, podemos preguntarnos en nuestra vida: “¿Dios esta durmiendo?”, “¿Dios esta ausente?”, “¿Dios me abandono en medio de esta tempestad que estoy enfrentando?”, “¿Por que eso ocurrió conmigo?”, “¿Cómo Dios me ama, si estoy pasando por esta situación?”. Estas son preguntas y, seguramente, alguna vez una de ellas ya ha venido en la puerta de tu corazón.

Si tu no has dicho eso, no has expresado eso, seguramente has sentido, en tu interior, esta realidad, algo relacionado a estas dudas. Y tal vez u has guardado la rabia de Dios dentro de ti, tal vez tu no hayas asimilado una situación y has guardado eso, has quedado enfermo, te ha hecho mal y has paralisado.

Tal vez eso te ha apartado de la Iglesia, y has dejado de vivir tu vida en la Iglesia debido una tribulación, de un problema, siendo que el problema ha permanecido en el mismo lugar, de nada sirvio.

Tal vez la primera lección que los discípulos puedan enseñarnos aquí, en el episodio de hoy, sea la lección de transformar la rabia en oración, la decepción en oración, la desilusión en oración, aquel sentimiento de abandono en oración.

La lección es quitar los ojos de la tempestad, porque Jesús esta en la barca de nuestra vida

Siempre pensamos que, al ir hacia Dios, necesitamos poner, en nuestra boca, solo palabras santas, letanías, alabanzas, frases bonitas, salmos, más experimenta rezar incluso con la rabia que nacio de la incomprensión de una situación que has vivido o una tribulación que has pasado, algo que ocurrió en tu vida. Intenta rezar con ese sentimiento, presenta para Dios.

Los discípulos fueron a Jesús y dijeran abiertamente: “¡Estamos muriendo aquí, y tu no estás haciendo nada!”. La otra lección que aprendemos de los discipulos es confiar que nuestra vida esta en las manos de Jesús.

En la realidad, los discípulos aprendieron esta lección, en primer lugar, porque ellos olvidaron que Jesús estaba dentro de la barca, dejaran de confiar en la presencia de Él y pusieron la atención en el viento, en la tempestad. Pero Jesús estaba allá. Por eso, en el medio de aquella loca tempestad, los discípulos olvidaron el más importante: Jesús estaba con ellos, estaba en medio de ellos aparentemente, durmiendo. Por eso, la lección es quitar los ojos de la tempestad, porque Jesús esta en la barca de nuestra vida.

Si tu no estas consiguiendo dormir debido una agitación, de un problema que estás pasando, de una enfermedad, va cerca de Jesús, segura en la mano de Él, porque Él esta en la barca de tu vida.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!