“Jesús les contestó: «Ustedes están equivocados; a lo mejor no entienden las Escrituras y tampoco el poder de Dios. Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles. Y en cuanto a saber si los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el capítulo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados.»” (Mc 12, 24-27).
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El Evangelio de hoy nos trae el tema de la resurrección de los muertos; un tema aún muy complexo para nuestros días. ¡Ahora, imaginemos cuanto fue complexo en el templo de Jesús! Sin embargo, Él, al ser cuestionado por el grupo de los saduceos — esta secta que aseguraba que la resurrección no existia — , muestra que, en el fondo, lo que les faltaba era el conocimiento de las Sagradas Escrituras.
Quien no conoce con profundidad las Sagradas Escrituras quedará siempre en el engaño sobre las cosas fundamentales de nuestra fe, entre ellas la resurrección. Quien no conoce las Sagradas Escrituras con profundidad desconoce también la realidad de la resurrección.
Porque en la vida eterna, en la resurrección, no vivimos como en este mundo, no tendremos las necesidades de este mundo
La fe en la resurrección tiene como fundamento principal Jesucristo, sin embargo, antes de Jesús resucitar entre los muertos, ya tenemos, en el Antiguo Testamento, la llave para comprender que la vida no tendrá un fin con nuestra muerte terrena. Porque nuestro Dios no es un Dios de los muertos, pero es un Dios de los vivos.
Nuestro Dios es un Dios vivo y nos creo para la vida eterna. Vivos no solo en el sentido de estar aquí, en este mundo, pero en el sentido de eternizar, así como se eternizo Abraham, Isaac y Jacó. Los comportamientos sociales, como el matrimonio – como escuchamos en el Evangelio de hou –, las convenciones de este mundo no tiene sentido cuando son empleadas en una otra dimensión, en la vida eterna.
Porque en la vida eterna, en la resurrección, no viviremos como en este mundo, no tendremos las necesidades de este mundo. Ser como ángel es superar los limites de esta nuestra condición humana y asemejarse definitivamente con nuestro Creador, con Dios.
Quien se preocupa con las cosas de este mundo, demuestra no confiar lo suficiente en Dios. Por eso, cuando nosotros escuchamos sobre la resurrección, que debe despertar en nuestro corazón es esta confianza, que nuestro Dios es un Dios de los vivos y Él nos creo para vivir eternamente a Tu lado.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!