“¿Con quién puedo comparar a la gente de hoy? Son como niños sentados en la plaza, que se quejan unos de otros: Les tocamos la flauta y ustedes no han bailado; les cantamos canciones tristes y no han querido llorar” (Mateus 11,16-17).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Mis hermanos, Jesús estaba allí denunciando sobre la indiferencia con que el pueblo trataba a Él. Él ha venido del Cielo, realizo milagros, realizo maravillas, nadie podía con Sus discursos. Cuantos se callahan cuando Él hablaba algo, pero aún así el Señor encontraba allí una generación, encontraba un pueblo indiferente.
No hay nada peor que encontrar alguien diferente o ser indiferente con alguien. Si venimos una persona que pasa hambre, esta con sed o desnudo, debemos compadecernos de aquella persona.
Jesús hablaba sobre las cosas del Cielo, de las cosas del Alto, hablaba de las maravillas de la eternidad, pero mucha gente no se importaba. Estamos viviendo y contemplamos una generación que no se importa. ¡Que triste! ¡Que pena!
Pidamos al Señor esta gracia de no sernos indiferentes, pero de sernos abiertos a Sus enseñanzas
Debemos “nos importar” sí, nosotros debemos estar con el Señor. Que la provocación de Jesús, mis hermanos, nos moleste para estar con Él, para buscar una conversión profunda. Que nosotros seamos indiferentes delante de la mensaje del evangelio, delante de la persona de Cristo.
La persona de Cristo debe motivarnos a un cambio, la persona de Cristo, Sus enseñanzas deben ayudarnos a dar pasos nuevos, pasos de caridad, pasos realmente de amor a nuestro hermano, a nuestro prójimo.
Pidamos al Señor esta gracia de no sernos indiferentes, pero de sernos abiertos a Él, abiertos a Sus enseñanzas. ¿Quién va ganar? ¡Nosotros ganamos! ¿Quién va ganar? ¡Nuestro prójimo va ganar!
Si nosotros obedecemos a Dios, si nosotros amamos a Dios, el prójimo también recibirá ese amor. Dediquemos en la abertura para con Dios, porque eso va traducirse también en el amor a nuestro prójimo y a nuestro prójimo.
Vamos contagiar esta generación indiferente para que no sea más indiferente, pero que acoja el amor de Cristo por medio de mí y de ti.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!