“Cuando Jesús estuvo en casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: ¿Creen que puedo hacer esto? Contestaron: Sí, Señor.” (Mateus 9,28).
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Mis hermanos, en este tiempo en que nos preparemos para el nacimiento de Nuestro Señor y, al mismo tiempo, nos preparemos para encontrarnos en definitivo con Él, necesitamos también pedir la gracia a Nuestro Señor de ver.
Aquellos ciegos nos representan, aquellos ciegos representan la humanidad en la oscuridad por la falta de Dios, por la falta de la verdad, por la falta de una vida compartida con el hermano y con el prójimo.
Cuando nosotros estamos, desgraciadamente, en el pecado, también estamos en la ceguera. Y aquellos dos ciegos han pedido la misericordia del Señor, han pedido la piedad de Él: “Señor, Hijo de David, tiene piedad de nosotros”, fue el pedido de aquellos ciegos. Jesús ha parado, estuvo con ellos y los ha cuestionado, porque Él quería provocar realmente la fe, lo que ellos querían de hecho. Y ellos respondieran que han creído que Jesús tenía poder para curarlos.
Aquellos hombres han crecido en su camino. A principio, el han reconocido como Hijo de David y, después, Jesús pregunto si ellos tenían fe para aquello, para que ellos pudiesen volver a ver; y, para que pudiesen ver, dijeran: “¡Sí, Señor!”
Vamos creen en Jesús, profesar nuestra fe en Él, ver a Él para poder ver el camino
Mi hermano, en este nuestro camino, en este nuevo Tiempo Litúrgico que nosotros estamos viviendo, debemos progresar en nuestro camino, creer cada vez más en Nuestro Señor. Y es creyendo en Él, Jesús, que nosotros vamos ver.
Cuando vemos Jesús, vemos también nuestro hermano, vemos también nuestro prójimo; cuando nosotros miramos para Jesús, vemos también nuestros errores y necesitamos arrepentirnos de nuestros errores y pecados. Es la fe en Jesús que ilumina nuestra vida, que ilumina tu vida.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en el parágrafo 147, nos habla sobre el creer, de tener fe: “La gracia de creer en tu Hijo Jesús, guía de nuestra fe, que Él lleva a la perfección”. Creen en el Hijo de Dios, creen en Nuestro Señor nos guía, Él es nuestro guía.
Vamos creen en Nuestro Señor para llegarnos a nuestro destino, vamos creer en Jesús, profesar nuestra fe en Él, ver a Él para poder ver el camino. Él es el camino, es la verdad, es la vida.
“Señor, sácanos de la ceguera del pecado y del error; sácanos de la ceguera de no amar más el hermano, pero de amarlo”. Mirando para el Señor, nosotros conseguimos ver nuestro hermano.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!