“Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No puede servir a Dios y al Dinero” (Lucas 16,13).

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Mis hermanos, en este sábado, en este día también que nosotros recurrimos a la intercesión de Nuestra Señor, el Señor nos llama a la fidelidade. El Señor hablaba allí a Sus discípulos para usar el dinero injusto para hacer amigos, el Señor hablaba de la fidelidad en el poco, porque quien es fiel en el poco el Señor confía más.

Y podemos mirar para la Virgen María y verificar que Ella ha vivido esta fidelidad en el poco, y el Señor fue confiando a Ella más. Y ha confiado a Ella la gracia de ser la Madre del Hijo de Dios, de Nuestro Señor Jesucristo, de Nuestro Salvador.

Fidelidad en las pequeñas cosas, desprendimiento del dinero, de los bienes de este mundo y, además, usar los bienes de este mundo no simplemente para el beneficio propio, pero también para el otro.

Los bienes que nosotros tenemos, mis hermanos, — por supuesto — usemos con responsabilidad, pero que los dueños que nosotros tenemos también sean un bien, una gracia para nuestro hermano, para nuestro prójimo.

Así como aquellos que son ministeriados en música, por ejemplo, no cantan para sí, pero deben cantar para Dios, deben cantar para el pueblo de Dios, aquellos que sirven en algún tipo de ministerio sirven a Dios y sirven al prójimo.

Haga ese camino de fidelidad al Señor, pues, en la fidelidad en el poco, el Señor confía más

Que, en su profesión, tu puedas servir y amar a Dios y también amar a tu hermano. Que tu servicio sea, de hecho, una gracia para el mundo y contribuye para que esta sociedad sea un poco mejor, es decir mejor. ¡Debemos hacer este camino, mis hermanos!

En el Libro de los Proverbios — trayendo esa enseñanza de donarnos, entregarnos —, hable el siguiente: “Quien da a pobre, presta al Señor, y Él (Dios) te va retribuir el beneficio” (cf. Provérbios 19,17). Todo bien que nosotros realizamos, mis hermanos, de alguna forma Dios va sí bendecirnos, porque estamos nos donando. Es la gracia, es bendición, es misericordia de Él.

Es interesante cuando se habla en esta donación, en esta entrega….. Me recuerdo siempre de la bendición final del matrimonio, en el ritual del matrimonio, que habla en otras palabras: “Abrir las puertas” — diciendo allí a los novios, a los casados — “Abrir las puertas a los pobres y ellos abrirán las puertas del Reino de los Cielos, del paraiso”.

¡Mira que bonito! Vamos abrir nuestras manos, nuestras manos, vamos abrir nuestro corazón, vamos donarnos a los pequeños, a los necesitados; y estos pequeños, estos necesitados nos abrirán las puertas del Reino de los Cielos.

Mis hermanos, hagamos ese camino de desprendimiento y de fidelidad al Señor. En la fidelidad en el poco, el Señor confía más. En el desprendimiento, en la donación al otro, el Señor nos abrira el Reino de los Cielos, nos abrira el paraiso.

Abramos nuestro corazón y nuestras manos al Señor y a los pobres, y, con la gracia de Él y por misericordia de Él, Él nos acogera en la eternidad. Que la fidelidad en el poco nos pueda dar como premio el Cielo.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!