“Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más” (Lucas 19,8).

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Mis hermanos, hoy domingo, día del Señor, día de oración, día de participarnos de la Santa Misa, día de aprendemos con Nuestro Señor.

El Evangelio de hoy trata de esta historia conocidisima, la historia de Zaqueo, que subió en un árbol para ver Jesús. Pero antes de él querer ver Jesús, de haber visto a Él, Jesús lo ha visto.

Mi hermanos, nadie pasa desapercibido por Nuestro Señor. ¿Jesús quisó entrar en la casa física, material de Zaqueo? Sí, pero Él ya había entrado en el corazón de Zaqueo.

Que nuestro corazón esté abierto para recibir Jesús, que nuestro corazón esté abierto para recibir la salvación, porque fue eso que Jesús declaro: “Zaqueo, la salvación entro en esta casa”. La salvación es el propio Cristo.

Es interesante aquí los varios detalles de este Evangelio. En aquel tiempo, Jesús había entrado en Jerico y estaba cruzando la ciudad. Jerico es una ciudad baja de la Tierra Santa, Jerusalén la ciudad alta. Jesús fue en la ciudad baja al encuentro de los pecadores, al encuentro de los más necesitados, y zaqueo era uno de ellos.

Zaqueo era bajo en su estatura, pero era bajo también porque se sentía inferior, porque se sentía muy pecador, y Jesús fue hasta la ciudad baja, fue hasta aquel hombre de estatura baja, fue hasta el pecador.

Por eso, siéntase también visitado por Nuestro Señor en este día. ¿Tu eres un pecador, tu eres una pecadora? El Señor va hasta tu ciudad también, va hasta tu estatura baja debido el pecado. El Señor te va rescatar, el Señor viene a rescatarnos.

El verdadero encuentro con Cristo nos hace abrir el corazón para los necesitados

El Señor quiso entrar en la casa de Zaqueo, entro en la “casa del corazón” de Zaqueo. Y el impacto fue tan grande que Zaqueo quisó devolver y retribuir, quisó restituir aquellos que él había defraudado.

Mis hermanos, el verdadero encuentro con Cristo nos hace abrir el corazón y nos hace también abrir las manos para los pobres y para los necesitados. El verdadero encuentro con Cristo nos hace restituir, nos hace reparar los males que nosotros cometemos.

El encuentro con Cristo me lleva al perdón a un hermano que necesito perdonar. El encuentro verdadero con Cristo me hace ser desapegado de los bienes materiales. El verdadero encuentro con Cristo me hace ser libre, te hace ser libre.

Zaqueo hizo una experiencia, de hecho, con Nuestro Señor y por eso reparo sus males. ¿Hemos reparado los males que hemos cometido contra los nuestros? Que busquemos un verdadero encuentro con Cristo, dejemos Él entrar en nuestro corazón y que Él transforma nuestro corazón.

Vivamos como Zaqueo y vamos dar pasos como él, que ha abierto tu corazón a Jesús y que ha vivido la caridad y vivió la reparación apartir de encuentro con Nuestro Señor.

Que nuestro corazón y que nuestras manos estén extendidas para el alto, pero también para nuestros hermanos más necesitados. Reparemos los males que también hicimos contra los nuestros por medio del perdón y de repartir.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!