“Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No puede servir a Dios y al Dinero” (Lucas 16, 13).
Mis hermanos, en este domingo, en este día del Señor, pero un domingo, más un domingo, más un día en que nosotros necesitamos dedicarnos a la Palabra del Señor, la palabra de Dios.
En este domingo festivo, el Señor nos presenta esta parábola de este jefe que alaba aquel administrador infiel, pero, como así, este hombre estaba aprobando el mal que él estaba haciendo, ¿no lo es? Este administrador fue prestar cuentas a su Señor y él no había sido hasta entonces un buen administrador, pero, cuando él ha recibido la noticia de que se iba, él comenzó a llamar los deberes de su jefe: “Ah, uno debe cien, la marca ahí ochenta, el otro debía cien también, marca cinquenta”.
El Señor alabo aquel hombre, pero, en el sentido siguiente, gente, el Señor alabo la astucia de aquel hombre malo; es esta astucia que nosotros, hijos de Dios, también necesitamos tener. La astucia de temer a Dios; la astucia de amar a Dios; la astucia de servir el único Dios y de servirnos de las cosas de este mundo para el Reino de Dios.
No nos dejemos prender por los bienes, pero seamos desapegados y apegados unicamente a Dios
El Señor dijo aquí, no lo es, “no puedes servir a Dios y al dinero”, e, incluso así teniendo el dinero, usar bien ese dinero que, muchas veces, es malo, que nos corrompe. Usemos los bienes que nosotros tenemos, mis hermanos, para el bien, y el Señor nos enseña, aún en este Evangelio, “Quien es fiel en el poco, el Señor confía más”. ¿Quien es el astuto entonces? El astuto, el hijo de Dios es aquel que es fiel en las pequeñas cosas.
Seamos fieles en las pequeñas coas e usamos los dones, las gracias, e hasta mismo aquello que nosotros tenemos de material también para el Reino de Dios. No nos dejemos prender por los bienes, pero usemos los bienes, seamos desapegados y apegados unicamente a Dios. Seamos desapegados, usemos los bienes para ayudar el Reino de Dios, usemos los bienes para conquistar personas para el Señor.
Que el Señor nos ayude, que el Señor nos de sabedoria, astucia para evangelizar en este mundo tan difícil y tan complicado
Con muchas luces, con muchos alimentos que son ofrecidos por ahí, nosotros somos llamados a ofrecer el verdadero alimento. Con muchas luces que están por ahí, nosotros somos llamados para presentar la verdadera luz. Seamos astutos, mis hermanos, en lograr nuestros hermanos, en presentar para ellos el amor de Jesús.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!