“El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más” (Lucas 12,47-48).

Hoy, domingo, día del señor, nuestro Señor, como en el Evangelio de domingo pasado, nos invita al desapego nos invita a ternos nuestro apego unicamente a Él.

En el inicio del Evangelio, Jesús ya decía: “no tengas miedo, pequeño rebaño, pues el Reino de Dios, pues fue del agrado del Padre dar ati el Reino”. Y entonces Jesús cuenta sobre la necesidad de buscar en Él en primer lugar y de no estar preocupado tanto con las cosas del mundo. Pero, al mismo tiempo, es necesario estar vigilante, es necesario estar vigilante, y esta vigilancia, Nuestro Señor, para hablar de la vigilancia, Nuestro Señor contó esta parábola. Esta parábola de alguien que, del empleado que fue a él confiado bienes, fue a él confiado el cuidado allí, y cuando el jefe volviese, entonces el jefe necesitaría ver aquel empleado realizando bien su trabajo. Entonces Jesús contó, siguió contando esta parábola. Feliz de aquel empleado que, cuando el jefe volver, al encontrar, realizando lo que él necesitaba estar realizando. Pobre de aquel que recibió la incumbencia, recibió el encargo, pobre de aquel que, desgraciadamente, no vivió el orden del jefe, que no ha vigilado.

Si vivimos en la voluntad de Dios, tendremos como premio la vida eterna

Mis hermanos, nosotros recibimos también un encargo, nosotros recibimos también un privilegio, nosotros recibimos también una responsabilidad, que es nuestra vida. Tu vida, tu necesita ser responsable por ella, tu ya has dado el paso, ya has asumido una vocación, tu familia. Sea fiel, cuida de tu familia. Cuando el Señor volver, que Él te encuentre realizando bien tu trabajo, cuidando de tu familia. Que el Señor, al volver, que Él me encuentre viviendo lo que debo vivir, en mi sacerdocio, que Él te encuentre viviendo lo que tu debes vivir.

¿Qué nosotros debemos vivir? Vivir la santidad, es por eso, es por eso que nosotros necesitamos siempre estar atentos al mal que debemos evitar y al bien que nosotros debemos realizar. Es una regla de oro, vamos decir así, para nosotros vivir en la voluntad de Dios. Y son varias las situaciones, y es por supuesto que van estar delante de nosotros, pero nosotros podemos elegir el bien o podemos elegir el mal.

Nuestro Señor esta volviendo. ¿Qué debo hacer? parece que la respuesta es siempre evidente, ¿no lo es? Y es evidente: ¡Yo necesito hacer el bien! Entonces, por que no lo hace? haga el bien siempre, no dejes para mañana.

Puede ser que nuestro Señor te llame, hoy, me llame hoy para presentar las cuentas. Si nosotros no estamos vigilantes, si nosotros no estamos en la voluntad de Dios, desgraciadamente tendremos como premio el castigo. Si nosotros vivimos en la voluntad de Dios, nosotros tendremos como premio la vida eterna.

¿Tu quieres el premio? ¡Yo quiero el primero! ¿Nosotros queremos el premio? ¡Queremos! Seamos vigilantes, estemos siempre en la voluntad de Dios.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!