“Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.” (Mateo 11,28-29).
¡Nosotros estamos viviendo un tiempo de muchos cansancios, porque trabajamos – y, gracias a Dios, trabajamos mucho! Pero un cansancios que va más allá del cansancio físico, es un cansancio, psíquico, es un cansancios delante de muchas informaciones, e informaciones que, desgraciadamente, deforman al reves de formar; informaciones que nos desvían al reves de encaminarse. ¡Y eso cansa!
Así como los discípulos, así como el pueblo de Dios que estaba allí escuchando Nuestro Señor también estaban cansados, porque deseaban ver el Mesias, deseaban el Salvador. Y tenían muchos pseudomessias, tenían muchos que se levantaban, en aquel tiempo, como los salvadores, peor que no organizaban nada, que no daban cuenta de ver el pueblo de Dios, ellos estaban cansados.
Y el verdadero pastor no aumenta sus ovejas, pero acoge sus ovejas, cuida, de sus ovejas. El verdadero pastor no terceriza su servicio – “Que otros cuiden” o entonces “¡Se conviertan, ovejas!” ¡No! Pero Él llama para sí.
Va hasta Dios, es Él quien puede darte el verdadero descanso
Y el Señor llamo para sí Sus discípulos, llamo para sí el pueblo de Dios. Él también llama a ti para estar con Él: “Ven a mí”.
¿Tú estas cansado? ¿Cansado del trabajo? ¿Cansado de tus relacionamientos? Cansado porque tienes que dar cuenta y usas mucho la mente? ¿Cansado de muchas cosas? Descansa en el Señor. El Señor, de brazos abiertos, quiere te acoger: “Ven a mí”. ¡Vamos hasta Él!
Hijo y hija de Dios, no va atrás de las drogas, no va atrás de relacionamientos que no sean tu relacionamiento con tu esposa, con tu cónyuge. No busque refugio en cosas o en personas, busque Dios, es Él quien puede darte el verdadero descanso, es Él quien puede darte la verdadera alegría. No va hasta hacia a los demás, va al Otro, con “el” “maiúsculo, el Otro, el Cristo, que puede darte descanso, que puede rehacer tus fuerzas.
Descanse en Él, en Cristo Jesús, y toma el fardo de Él. Nuestro Señor garantía aquí que el fardo de Él es levemente, el fardo de Él, que es Su amor, que es Su misericordia, es levemente. Tomemos la misericordia de Él, tomemos el amor de Él sobre nosotros, descansemos en Él delante de todo que estamos viviendo. entonces, descansando en Él, nosotros tenemos fuerzas para proseguir en nuestra camino rumo hacia el Cielo.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!