“Entonces Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: ‘Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo” (Lc 1, 67-68).
Estamos a las vísperas de Navidad de Jesús. En esta noche santa, vamos celebrar la visita, la presencia, el amor de Dios en nuestro medio. Queremos unir nuestra voz a la voz de Zacarías, el padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, para profetizar, para que de nuestra boca salga la profecía de la gracia, bendiciendo el Señor, Dios de Israel, porque visito su pueblo y liberto.
El pueblo de Dios somos nosotros, el pueblo de Dios es mi casa, tu casa, tu familia, nuestra familia. Es necesario que, hoy, nos llenemos del Espíritu Santo y llenemos de la gracia de Dios para alabar, bendecir, glorificar y exaltar el nombre del Señor Nuestro Dios. Es necesario decir que, muchas veces, en esta noche de Navidad, las personas se llenan de muchas cosas, se llenan de vanidades, de comida y bebidas, pero no se llenan de la gracia.
Que, en esta noche, el Señor nos de el canto de la gracia, que el Señor nos de la profecía de renovación y transformación
Reza con nosotros:
.:9º Día de la Novena de Navidad
Es por eso que, en esta noche santa, del nacimiento del Señor, hay muchos de nosotros que no contemplamos la gracia de Dios que nos visita. Sé que a todos nosotros nos gusta usar una ropa bonita, a todos nosotros nos gusta estar bien vestido, de organizar toda la casa, organizar la mesa, hacer la cena, pero no dejemos de organizar el corazón, no dejemos de organizar nuestro interior.
Si te gusta poner orden en la casa – y debes poner orden en la casa – , ponga orden en tu corazón, ponga el corazón en sintonía de Dios, en la sintonía del amor. El más importante de esta noche no son los regalos, no es la cena, no es la comida, no es la carne, pero es Dios, es Jesús, el gran regalo de Dios. ¡Él sí quiere visitarnos, Él sí esta en nuestro medio para libertarnos!
Que Jesús nos liberte, en esta noche santa, de la visión egoísta, orgullosa y soberbia que nosotros, muchas veces, tenemos en la vida. Que Él nos liberte de todas las vanidades que están guiando nuestra propia vida, y que el Señor nos conceda tu humildad para abrazarnos la santidad como compromiso de nuestra vida.
Que, en esta noche, el Señor nos de el canto de la gracia, que el Señor nos de la profecia de renovación y transformación. Por eso, te invito, en esta noche, además de participar de la Misa, momento único y sublime de la gracia de Dios, a dar las manos como familia, para que podamos comunicar la gracia del Espíritu a los demás. No quiero desear otra cosa a ti y a tu casa, aunque todos estén en esta noche llenos del Espíritu Santo profetizando, alabando, bendiciendo y glorificando a Dios porque nos visito, porque nos liberto, pues la visita de Dios, la liberación de Dios ocurre en la casa y en el corazón que se abre para la gracia del Señor.
Que tengamos una noche, un día bendecido e iluminado por el Divino Salvador que nos visito y nos liberto.
¡Dios te bendiga!
