“Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí” (Jn 18, 36).
Es con mucha alegría que celebramos hoy la Solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Afirmar el reinado de Cristo es reconocer que somos sus siervos, sus servidores, sus seguidores, y que Cristo vino para reinar. Solo no podemos confundir el reinado de Cristo con ningún reinado de este mundo, sería una comparación esdrújula y sin ningún sentido.
Todos los reyes que se pasaran quedaran solo como solo una imagen en la historia, incluso, quien juzgo Jesús, quien condeno a Él. El Reino de Jesús no es temporal, es eterno; el Reino de Jesús no es de este mundo, es para más allá de este mundo; el Reino de Jesús no es de una ciudad o de un país, no es de un pueblo, pero de todos los pueblos, de todos los corazones que obedecen a Él, de todos aquellos que aman la verdad. “Yo nací y he venido al mundo para esto: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad escucha mi voz”.
El Reino de Jesús no es temporal, es eterno; el Reino de Jesús no es de este mundo, es para más allá de este mundo
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No podemos estar en el Reino de Dios y vivir rodeado de mentiras, ilusiones y camino falsos, Jesús es la verdad, y la verdad de Él muchas veces duele, pero transforma y renueva. La verdad de Jesús no es mi verdad, es la verdad de Dios que, muchas veces, confundimos con nuestras convicciones, nuestras pasiones, nuestras ideologías, con nuestros partidismo. Aquí es la verdad única, la verdad que pertenece a Él, Jesús es la verdad.
Es necesario una sumisión de la voluntad, es necesario someter el corazón. El Reino de Dios es de aquellos que se rebajan, es de aquellos que se ponen bajo el dominio del Señor. ¡Que belleza ser guiados y gobernados por el Señor!
En el mundo donde muchas personas tiene una vida desgobernada, desordenada y desorientada; en el mundo rodeado de ilusiones y pasiones, como necesitamos de gobierno en nuestra vida. Necesitamos dejar Jesús reinar, y Él reina cuando dejamos las mentiras y las ilusiones que vamos acumulando a lo largo de la vida. ¡Cuantas ilusiones y cuantas fantasías creamos, cuantas cosas engañosas comulgamos! Es necesario ahora una sumisión al Reino de Jesús.
Jesús reina en la mente y en el corazón de todo que se somete a la voluntad de Dios. Clamemos Jesús, Rey del Universo; clamamos muchos reyes de este mundo. Hay rey para todo, pero ningún de ellos puede dar sentido a nuestra vida, ningún de ellos puede darnos la eternidad. Toda honra y gloria al Señor Jesús, a Él y poder para siempre, porque solo Jesús es nuestro Rey.
¡Dios te bendiga!