“Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor” (Lc 7, 47).

Hoy, contemplamos la mujer pecadora que se tira a los pies de Jesús; se tira mismo, porque ella unge y perfuma los pies de Jesús, ella seca los pies de Jesús con sus propio pelos.

Jesús esta en la casa de un fariseo porque fue él que invito a Él para comer, pero quien mostro afección por Jesús no fue el fariseo (que era muy religioso), y sí esa mujer  que tenía como pecadora, porque toda la ciudad la conocía así.

La fantasía de algunos decía que ella era Magdalena, pero no es eso que el texto esta expresandonos. La Palabra esta solo diciendo que era una mujer conocida como pecadora, y el fariseo conocido como el religioso, porque, de hecho, los fariseos eran más religiosos.

Demostramos poco amor, porque poco también experimentamos de la misericordia del Señor

Tu sabe que quien fue agraciada, quien fue tomada totalmente por la gracia fue esa mujer, porque ella mostro todo el amor para con el Señor; el fariseo ya se sentía justificado, ya se sentía muy religioso, en las alturas, entonces, acogió Jesús con la normalidad. Ella lloro sus pecados y, por eso, fue muy perdonada y amada porque demostro mucho amor.

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Cuidemos para no tener espíritu religioso farisaico, aquel espíritu donde no tenemos más intensidad en el amor, en el arrepentimiento. Nosotros ni experimentamos la intensidad de la misericordia de Dios porque ya nos sentimos justificados, no somos tan pecadores como otros pecadores. Por eso, muchas veces, nuestro arrepentimiento es superficial, porque demostramos poco amor, porque poco también experimentamos de la misericordia del Señor. No tenemos, en realidad, la dimensión de nuestros pecados, con eso, no tenemos la dimensión del arrepentimiento que necesitamos tener y, menos aún, la noción del significado del perdón y de la misericordia de Dios en nuestra vida.

Esta mujer fue transformada, curada, toda redimida por la misericordia y, de esta forma, ella se derramó a los pies de Jesús. Cumplimos preceptos, hacemos nuestras obligaciones religiosas, rezamos, vamos a misa, creemos que somos muy religiosas, pero no son personas muy religiosas que experimentan el amor profundo de Dios, pero son personas que se reconocen profundamente pecadoras y humildemente se humillan en la presencia de Él, que se acercan verdaderamente de corazón de Dios. No es nuestro grado de religión, no es la función que nosotros tenemos en la iglesia que nos da status delante Dios. Podemos tener incluso “status humano”, pero la estatura de Dios es la estatura de la humildad y del arrepentimiento que nosotros tenemos a cada día en nuestra vida.

¡Dios te bendiga!