“Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer” (Mc 8,2).
Jesús predicaba, anunciaba, sanaba y libertaba, pero, por encima de todo, anunciaba el Reino de Dios. Es Jesús quien nos dijo: “ El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), por eso, Él da para la multitud el Pan de la Palabra, por eso, Él alimenta aquella multitud con el Pan de la Palabra.
No seamos hipócritas, nosotros no vivimos solo de la Palabra; nosotros nos alimentamos de la Palabra y ella alimenta nuestra vida y nuestro espíritu, pero el mismo Jesús que era Palabra, también se alimentaba y no podemos ser indiferentes cuando el otro tienes hambre , porque no somos no somos con la nuestra, por lo menos tres comida al día buscamos hacer y cuando el hambre viene muchos quedan agitados y así por delante.
¿Por qué no nos preocupamos cuando el otro tiene hambre? ¿Por qué no nos preocupamos con lo que el otro necesita de material? Quien escucha la sed espiritual, también damos cuenta de la sed de material que el otro vive. Cuidemos del espíritu humano de cada uno, pero no descuidemos de nuestras necesidades materiales, porque, en esta Tierra, no somo ángeles. Vamos ser en la eternidad semejantes a los ángeles, pero ni seremos ángeles, vamos ser semejantes a ellos, aquí en la Tierra somos personas humanas.
Es una vergüenza la humanidad, la iglesia, la sociedad que permite alguien pasar hambre
Desgraciadamente, vemos muchas veces un descanso, con las realidades sufridas de la humanidad, con personas que son hambrientas, que no tiene nada para comer, que no tiene lo que beber y vestir, y dejamos de lado. Dejamos de lado, ¿en lugar de acoger, cuidar de la necesidad del otro?
No permita que nadie pase hambre a tu lado, no permitas que las comida en tu casa va la basura. No permita que tus hijos coman un poco de comida y tiren la sobra a la basura sin comprender el valor sagrado del alimento que debe ser repartido, compartido y multiplicado para ser dividido para que nadie pase necesidad.
Es una vergüenza la humanidad, la iglesia, la sociedad que permite alguien pasar hambre. La sociedad descartable con la nuestra, que descarta comida a todo tiempo, descarta también los seres humanos que están hambrientos y sedientos de Dios. Están hambrientos y sedientos de justicia social en lugar de comer, beber y vestir.
En los banquetes que se hacemos por ahí gastamos mucho dinero, en una noche, que podría alimentar una familia un año todo. “No es mi problema”, dicen algunos. Por medio del evangelio, ¿cómo no puedo importar a nuestro corazón el dolor y el hambre del otro?
Si Jesús tuvo compasión de la multitud, y no es la primera vez, pero en todo Su ministerio y acción, un discípulo de Jesús no puede ser movido por otra cosa. ¿Cómo me alimento de l Pan del Cielo, de la Eucaristía, y voy alabar y bendecir la Eucaristía, Jesús que esta en mí y no me preocupo con el hermano que no tiene lo que comer, el suficiente para sobrevivir a cada día?
Que la Eucaristía nos de consciencia de lo que necesitamos recibir Jesús para lavar los pies de los demás y dar de comer a quien no tiene.
¡Dios te bendiga!