20 Dec 2020

Acojamos la gracia de Dios en nuestra vida

“No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lc 1, 30-31).

Así como María quedo en silencio, paro y extasió de la presencia de Dios para no solo escuchar lo que Él realizaba en ella, pero para permitir que la obra de Él en ella se realice, nosotros hoy somos invitados a parar, contemplar, reflexionar y también a extasiarnos delante de aquello que Dios realiza en nuestro medio.

María es la sierva elegida, ella es el prototipo, el modelo de ser humano que se pone por entero para hacer la voluntad del Señor. Dios se encarno en nuestro medio en el vientre de ella. Cuando el Angel dijo: “Alegrate llena de gracia”, es porque toda la gracia de Dios, la gracia más plena y sublime de Él vive en ella.

Ya he contemplado y contemplo muchas gracias de Dios en la historia de la humanidad y en mi propia vida, pero no puedo negar que no hay gracia mayor que vivir en el vientre de una mujer, donde Dios se hace morada. No puedo negar que no hay gracia mayor de contemplarse a la luz de la fe que ver Dios que vino hasta nosotros, y el camino elegido fue ese encarnar en el vientre de esta mujer. Por eso ella es agraciada, por eso ella es llena de gracia, por eso en ella Dios vive y se agracia.

No hay gracia mayor en la vida que acoger Jesús como Señor y Salvador

La segunda cosa es que ella no necesita temer, como nosotros no necesitamos tener miedo de lo que Dios realiza. Si ella encontró gracia delante de Él, y la gracia que ella encontró fue dar la luz al Hijo eterno de Dios, a quien se pone el nombre de Jesús porque Él es nuestro Salvador, Dios también tiene una gracia para realizar en nosotros.

Toda gracia parte de esta gracia sublime, y la gracia mayor que tenemos es Jesús entre nosotros. Solo puede considerar tu vida arruinada, desgraciada y perdida aquel que se perdió de Jesús, que no acogió a Él, no permitió ser Él y Señor y Salvador de tu vida. Porque el Jesús que se encarna en María vino para ser Salvador de todos nosotros.

Por eso, acojamos el Señor, pues no hay gracia mayor en la vida que acoger Jesús como Señor y Salvador. María acogió, dio la luz, se puso toda sierva del Señor para que en ella toda la Palabra de Dios se realice.

Seamos siervos del Señor, permitamos que la Palabra de Dios se haga vida en nuestra y se realice en la vida de cada uno de nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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