“El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos” (Jn 3, 34-35).

Todo que es del Padre, todo que Él es y creo entrego en las manos de Su Hijo único, Jesús; y entrego de tal forma, que Dios envió a Él a nosotros con un Espíritu sin medida, envió a Él repleto de Espíritu, para que Él comunicase a nosotros Su Espíritu.

Primero, Él habla las palabras de Dios. Jesús es la propia Palabra de Dios encarnada, y de la boca de Él la Palabra sale a nuestro encuentro. Por eso, necesitamos escuchar Jesús, cogerlo y acoger Su Palabras.

Alguien puede decir: “Yo acogí Jesús. Yo acepté Jesús en mi vida, Yo acepte Jesús como mi único Señor y Salvador”. Pero no basta decir que acogió a Él, es necesario acogerlo en su totalidad y plenitud.

Cuando aceptamos alguien, nosotros lo acogemos como él es, de su forma, con lo que él tiene; y si acogemos Jesús, necesitamos acoger la Palabra de Él, necesitamos escuchar las Palabras que salen de Él, porque es por medio de ella que Él va permaneciendo en nosotros.

Abramos nuestro corazón para acoger Jesús, porque solo Él tiene Palabras de vida

¡Solo Él tiene Palabras de vida eterna. Como nosotros tenemos sed de la eternidad, de vida y de Dios! Y esta nuestra sed solo es alimentada cuando nos alimentamos de Jesús, cuando abrimos a la Palabra de Él y permitimos que ella entre y permanezca en nuestro corazón.

Escuchemos, meditemos sobre la Palabra para que ella entre en nosotros. No es perdida de tiempo, por el contrario, es bendición y salvación para nuestro tiempo dedicar un tiempo precioso para escuchar Jesús por medio de Su Palabra, dejar que ella penetre en nuestros oídos, porque somos distraídos, llenos por problemas, dificultades y preocupaciones.

Necesitamos de la Palabra de Él sanando, liberándonos y restaurándonos como personas y como Hijos de Dios.

Nos convirtiéndonos verdaderamente hijos de Dios cuando la palabra de Él esta en nosotros. La Palabra de Él en nosotros tiene nombre y se llama Jesús, por eso el Padre nos dio Su Hijo Jesús, para que Él nos trajera la Palabra que nos liberta de todo aquello que nos prende, la Palabra que nos trae luz en medio a mucho oscuridad que vivimos en esta vida.

Abramos nuestro corazón para acoger Jesús, porque solo Él tiene palabra de vida.

¡Dios te bendiga!