Necesitamos ser promotores, ser aquellos que promueven la justicia para el mundo.
“En esto se reconocen los hijos de Dios y los del Diablo: el que no sigue el camino de rectitud no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano” (1Jn 3, 10).
Las sentencias de la Palabra de Dios, en el día de hoy, pueden parecer duras, pero son verdaderas que merecen nuestra profunda reflexión. No basta decir que somos de Dios para ser de Él de hecho.
La Palabra nos dice que quien no practica la justicia no ama su hermano no puede considerarse hijo de Dios, porque quien es de Dios es justo y ama su hermano.
Estamos en un mundo rodeado de injusticias, y el gran injusto de la humanidad y de la existencia es el propio diablo, aquel que fue creado por Dios y se rebeló contra Él. No hay injusticia mayor que rebelarse contra su propio Señor y Creador, como no hay injusticia mayor que no tener gratitud por quien, un día, fue bueno y hizo algo por nosotros. La mayor injusticia que los seres humanos rebelan en su corazón es no saber ser agradecido.
Somos ingratos, reclamamos y culpamos Dios, dirigimos todo el mal que hay en el mundo para Dios, pero no reconocemos la bondad de Él en criarnos y haber hecho ese mundo con toda la justicia posible. La farra humana aliada al poder del maligno creó y sembró las injusticias en nuestro medio.
Quien es hijo de Dios no vive ni comulga con cualquier forma de injusticia. No podemos conformarnos, porque somos bendecidos, porque Dios esta con nosotros, porque Él nos hace prospero y cerrarnos los ojos para quien esta en la miseria, para quien no tiene lo que comer, para quien no tiene dignidad y oportunidad y decir: “Dios va dar a él”.
Necesitamos ser promotores o aquellos que promueven la justicia para el mundo en que estamos. No es discurso ideológico mucho menos político o social creer que vamos reparar las injusticias del mundo. Hay instituciones que están menos responsables por eso, solo no podemos, estar de acuerdo, bajar la cabeza y decir que todo esta bien. Tenemos que promover lo que es justo.
Jesús predico la Palabra y vio que no era justo aquellas personas. Lo escucharon y no tener lo que comer; entonces, multiplicó los panes.
No podemos creer que es justo tener lo que comer y los demás no tener lo que comer. No podemos creer que es justo algunos tener la oportunidad de vivir, pero los demás morrieron; no es justo creer que esta todo bien, que fuimos bendecidos, y creer que quien esta viviendo la desgracia, la situación complicada, es un maldito.
No vivamos la injusticia, porque quien practica y siembra la injusticia no nació de Dios, pero de aquel que es lo injusto, como también es aquel que no ama su hermano.
Amemos, pero no solo los hermanos que están de nuestro lado. Existen muchos hermanos viviendo profundas injusticias en la vida, porque están necesitando del amor de nuestro corazón.
¡Dios te bendiga!
