15 Sep 2018

María sufre nuestros dolores

En todos sus dolores, de madre y mujer, la Virgen María y Señora de los dolores está contigo.

“y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”. (Lucas 2,35)

Hoy celebramos a la Virgen de los Dolores, la Madre de Dios, quien estuvo a los pies de la cruz, cuando su Hijo murió colgado en el madero. ¡Qué dolor profundo sufrió el corazón de esa Madre!

Miramos el misterio de la salvación y vemos que la alegría y el gozo de la vida se mezclan con los dolores de la vida, que iluminan nuestro corazón y nos conducen a la gloria eterna. Los dolores de la vida no son como algunos quieren simplificar: consecuencia de los pecados. Hay dolores que son consecuencia de nuestra falta de juicio, de nuestros errores y pecados, pero hay dolores que experimentamos en la vida que son consecuencias de ser hombres y mujeres.

Jesús no cometió ningún pecado, pero todo el sufrimiento humano cayó sobre Él. María, la discípula más fiel de Cristo, concebida sin pecado, que llevó una vida pura y santa, cargó en su alma todos los dolores de la humanidad.

Hoy, mirando el corazón de tantas madres, contemplamos los dolores y todos los sufrimientos que nuestras mujeres, madres y hermanas pasan en esta vida. Por eso, coloco todos los dolores humanos, específicamente los de las mujeres, en los dolores de María.

María es la Madre que lleva consigo los dolores de sus hijos. Ella lleva, de modo especial, en su alma femenina, aquello que una mujer sufre por ser mujer: rechazo, incomprensión, poco amor, maldades humanas. ¡Y todo eso duele profundamente! María fue incomprendida, ella fue madre y experimentó el rechazo al momento de engendrar a Jesús. Pero incluso sintiéndose incomprendida, en el momento en que Jesús se encarnó en su vientre, una profunda alegría se apoderó de ella. Vinieron también las inquietudes y consecuencias; y desde la fuga hacia Egipto hasta su Hijo muerto de la forma más cruel y tortuosa en una cruz, podemos contemplar los dolores de esa Madre.

Tú, mujer y madre, no te sientas abandonada ni pecadora, no sientas que Dios se olvidó de ti. Él acompañó y estuvo presente en todos los dolores de la Virgen María. En todos sus dolores, de madre y mujer, la Virgen María y Señora de los Dolores está contigo. Ella sufre con sus hijos, ella sufre con las dificultades y luchas. Por eso, te digo: nunca sufras sola, ten siempre a esta Madre que sufre contigo, que te consuela, te conforta y te cuida en todos los dolores, enjugando tus lágrimas.

¡Dios te bendiga!

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