Dios engrandece al humillado y se alegra con quien lo sirve
“El mayor de ustedes será el que sirva a los demás. Porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido” (Mateo 23,11-12)
Jesús enfrentaba un gran problema con los religiosos de su época: los fariseos y los doctores de la Ley, los llamados Maestros de la Ley. Estas personas se colocaban por encima de los otros porque conocían la Ley por medio del estudia, por la dedicación en conocer la letra o porque tenían prácticas religiosas; como tenían los fariseos que pagaban el diezmo, hacían ayunos y demás cosas. Sin embargo, el conocimiento y las prácticas religiosas, convertían a esos hombres en personas orgullosas, ellos se sentían superiores y humillaban a los demás, tenían en la religión un modo de figurar, de destacarse y, más allá de eso, de engrandecerse.
Cuando una persona se engrandece, generalmente humilla a otros, y Dios no se coloca del lado de quien se engrandece. Él no se coloca del lado de quien se infla de orgullo o se agranda por lo que sabe, tiene o hace.
Dios engrandece al humillado y se alegran con quien lo sirve. No importa lo que sepas, menos importa lo que tienes o el rol que tienes. El jefe, el responsable del grupo, el coordinador, somos todos siervos solamente. Lo que necesitamos, hoy, con mucha urgencia, es descubrir en nuestras iglesias y comunidades dónde están los servidores, los siervos del Señor.
Muchas veces aparecen las lideranzas, aquellos a los que les gusta aparentar, pero todo lo que hacemos para Dios debe tener siempre el toque de la sobriedad y la discreción. No lo hago para llamar la atención hacia mi persona, lo hago con la mayor discreción posible para no sobresalir por mi trabajo, sino para que sea exaltado el Señor que es la causa de mi dedicación y de mi entrega al Reino de Dios
Jesús necesita discípulos que sean siervos y no discípulos que sean señores, maestros y entendidos, a los que les gusta aparentar en todo. Aquellos que se esconden no se esconden porque no quieren trabajar, al contrario, trabajan con intensidad y dedicación por el Reino de Dios, sin embargo no aparecen, no ganan estrella, no son destacados, no son aplaudidos o reconocidos, pero Dios es quien reconoce todas a las cosas a quien de verdad hace su obra por amor su Reino.
¡Dios te bendiga!