Necesitamos aprender del corazón de Dios a no poner limites para perdonar el hermano
“Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo: «Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste” (Mt 18, 32).
La gran cuestión del Evangelio de hoy es Pedro preguntando al Señor cuantas veces debería perdonar el hermano. Esta pregunta también se calla dentro del corazón de cada uno de nosotros: ¿Cuantas veces necesitamos perdonar? ¿Cuántas veces conseguimos perdonar? ¿Cuántas veces perdonamos, verdaderamente, nuestro hermano?
Todos nosotros tenemos un límite de soporte y capacidad, incluso, de perdonar, pero fuimos formados para el perdón. Con la mentalidad mundana que, muchas veces, esta dentro de nuestro corazón, dejamos crecer la mentalidad del resentimiento, del dolor, de la ofensa, de pagar con la misma moneda y así sucesivamente.
Sucede que nosotros, que nos convertimos al Evangelio, necesitamos tener la mentalidad del Evangelio, porque la conversión se hace a medida que aprendemos a tener actitudes de Dios en nosotros. ¡Somos los más necesitados de la Misericordia Divina!
Cuando nos acercamos del Señor, vamos buscar de Él el perdón de todos nuestros pecados; y Dios, con toda clemencia y misericordia, nos perdona sin condición. Yo ya caí una vez, dos veces, tres veces en tantos pecados, y en todos ellos busqué la misericordia divina y ella me perdono, me lavo y me dio dignidad de dejar mi vida restaurada. Sin embargo, cuando el hermano me ofendió, yo no sé dar la misma respuesta, yo pongo límites y condiciones para que yo pueda perdonarlo.
Jesús llama al empleado de perverso y malvado. Dios, sin condicionamiento, nos perdona. Nosotros, sin embargo, siempre ponemos condicionamientos para perdonar los demás, por eso la matemática divina no es aquella en que ponemos uno más uno. Ya perdoné dos veces y esta bueno. La matemática divina es aquella de la infinita misericordia, donde Dios no pone limites para perdonarnos. Necesitamos aprender del corazón de Dios a no poner limites para perdonar el hermano.
¡Dios te bendiga!