Cuando aprendemos algo nuevo, no estamos despreciando lo que ya hemos aprendido, sino que ampliando el nuevo que aprendemos
“Nadie remienda un vestido viejo con un pedazo de tela nueva, porque el pedazo nuevo tiraría del vestido y la rotura se haría mayor. Y nadie echa vino nuevo en recipientes de cuero viejos, porque si lo hacen, se reventarán los cueros, el vino se desparramará y los recipientes se estropearán. El vino nuevo se echa en cueros nuevos, y así se conservan bien el vino y los recipientes.” (Mt 9, 16-17).
Lo que es nuevo vamos poner en lo que es nuevo, porque si ponemos algo nuevo en lo que esta viejo, nos convertirnos lo que esta nuevo en viejo; y si está estropeado, estropea también. Vino nuevo necesita de un nuevo envase nuevo; una ropa nueva vamos poner un remiendo nuevo.
Lo que el Maestro esta dando como comparación proverbial es para enseñar como debemos acoger el Reino de Dios. Lo siento si mi mentalidad es vieja, si mis conceptos son viejos y arcaicos, no estoy despreciando lo que es viejo y arcaico. Todo necesita ser renovado, revisado para que sea siempre actualizado. Nunca despreciando, pero renovando y, así, la gracia de Dios en nosotros va ser siempre nueva.
Muchas personas se apegan al pasado, a alguna situación, aquello que aprendieran, y no quieren aprender más nada, no se abren para ampliar lo que aprendieran. Cuando aprendemos algo nuevo, no estamos despreciando lo que ya aprendemos, pero estamos ampliando, teniendo una consideración mayor por el nuevo que aprendemos.
Quien conoce el Antiguo Testamento, quien sabe de todo y vivió la antigua Ley, no es para despreciar la antigua Ley, pero es para perfeccionar con la nueva Ley, con la plenitud de la Ley que ya ha aprendió. Así vale para nuestra vida; no seamos personas de mente vieja, de mente atrasada. No vivamos solo de un pasado, traemos el pasado para el hoy y para el ahora.
El Evangelio es siempre Buena Nueva y muchos no pudieron acoger la Buena Nueva de Jesús, porque quedaron solo en el pasado y en lo que ya sabían. Aprendemos tanto con personas que, a veces, no damos nada por ellas. Aprendemos con los niños, con los ancianos, con una persona de la calle, con el hermano que viene con su sencillez de vida derribar nuestros conceptos, nuestras teorías de vida y todo que aprendemos.
Solo aprendemos el nuevo que el otro nos enseña si el corazón está revestido por la humildad, que es la novedad del Evangelio que derriba todos los conceptos para que el Espíritu sople dondequiera que esté, siempre renovándonos, actualizando y poniéndonos a los pies del Maestro Jesús.
¡Dios te bendiga!