El mundo necesita, de mucho amor y misericordia
“Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mt 9, 13).
Alrededor de Jesús siempre estaban sentados cobradores de impuestos y pecadores. ¿Por que los pecadores y los cobradores se sentaban al lado de Jesús? Para escucharlo. Los cobradores y los pecadores no se sentaban al lado de los demás maestros, porque no eran acogidos; por el contrario, eran juzgados y vistos de forma negativa.
Dios mira para nosotros sin ver nuestros pecados, para nuestros errores y debilidades. Dios nos mira con la mirada profunda de amor y misericordia, Él nos ama de la forma que somos, nos acoge de la forma que estamos; y; muchas veces, estamos en situación de pecado, de errores. Estamos, muchas veces, sucios. Y no es porque estamos sucios, que no somos acogidos por Dios; por el contrario, es porque estamos sucios que necesitamos de Agua Viva de Jesús para lavarnos y purificar. Es porque estamos en el pecado, que necesitamos del perdón y de la misericordia de Dios.
Es con mirada de la misericordia que Dios nos mira, es con mirada de la misericordia que Él mira para las personas para el mundo en que vivimos. ¡Como necesitamos convertir nuestro corazón para el corazón de Jesús!
Lo que este mundo necesita, de mucho amor y misericordia. Aquellos que se dañaron en la vida – en el cual yo soy el primero, del cual todos nosotros experimentamos hacernos aquí y allí – necesitan ser sanados por el bálsamo misericordioso del corazón del Señor.
Es de esta forma que debemos mirar para muchas miserias humanas, para muchas situaciones donde nuestro primera mirada es de condenar, juzgar y alejarse. Muchas personas no se acercan de nuestras iglesias, no se acercan de nosotros, porque no expresamos amor ni misericordia. Somos aquella mirada de la justicia, aquella mirada de las personas santas, pero no hay santidad en Jesús que no pasa por la misericordia, por la bondad y por el amor profundo. Amor por aquella alma, por aquella persona.
Jesús atraía los pecadores para Él, pero nosotros repelimos los pecadores de nosotros, porque nosotros sentimos santos. Jesús no vino para los santos, Él vino para los pecadores. Él quiere la misericordia y no el sacrificio de alejarnos de quien nosotros creemos que son pecadores.
¡Dios te bendiga!