Veneramos estos apóstoles y pidamos la firmeza de la fe que el Señor, les concedió
“He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación” (2 Tim 4, 7-8).
Celebramos, hoy, los dos apóstoles que combatieron el buen combate: Pedro y Pablo, dos columnas fundamentales para la fe, para el cristianismo, para aquellos que siguen nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Ellos siguieron Jesús de forma diversas, en tiempos y épocas diferentes. Pedro fue uno de los primeros a seguir el Maestro Jesús, él camino con Jesús de un lado para el otro en la predicación y en el anuncio del Evangelio. Pedro, desde cuando fue llamado por Cristo, fue designado para ser Kéfas, que quiere decir ‘piedra’. Su nombre es Simón, pero el Señor domino a Pedro, que quiere decir piedra, aquella piedra donde la construcción de Cristo se edifica.
No podemos confundir la piedra fundamental, que es Cristo, con la piedra en que Pedro funda su fe. No es que Pedro sea la fe, pero la fe de él esta fundamentada en la piedra que es Cristo, por eso cristo tiene en la fe de Pedro la base solida en la cual todos nosotros nos hacemos seguidores de Él también. Es a Él que Jesús dice: “Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer” (Mt 16, 18).
Es importante tener los ojos fijos en aquello que fue la profesión de fe del apóstol Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16, 16). Pedro, aquel que negó, traiciono, abandono Jesús, pero aquel que se levantó, que se mantuvo firme en su fe, que combatió el buen combate y dio testimonio de la fe.
Más adelante, Cristo se manifiesta a Pablo; que era hasta entonces Saulo. Él perseguía los cristianos, perseguía los seguidores del camino del Evangelio, pero fue alzado y alcanzado por Cristo Jesús.
Cristo es aquel que alcanza las miserias humanas y las transforma en obras de misericordia y evangelización. Pedro, pescador, aquel que negó Jesús y Pablo, este hombre sabio, pero que perseguía Cristo, ambos fueron conquistados por el Evangelio y se convirtieron columnas firmes para que el Evangelio de Cristo pueda llegar a todo el mundo.
Celebrando, hoy, estos dos apóstoles, queremos celebrar la fe que recibimos. También fuimos encontrados pecadores por Cristo, pero fuimos conquistados por Él, para que pudiéramos convertir en predicadores de la Palabra. Veneramos estos apóstoles y queremos pedir la firmeza de la fe que el Señor les ha concedido, para que pudiéramos también testimoniar el Evangelio con nuestra vida, con nuestras palabras y nuestros actos. Que podamos también decir en el fin de nuestra vida: “Combatí el buen combate”
¡Dios te bendiga!