Dios no te abandona delante de las probaciones, porque Él esta siempre a tu lado
“Hermanos, considérense afortunados cuando les toca soportar toda clase de pruebas. Esta puesta a prueba de la fe desarrolla la capacidad de soportar, y la capacidad de soportar debe llegar a ser perfecta, si queremos ser perfectos, completos, sin que nos falte nada. Si alguno de ustedes ve que le falta sabiduría, que se la pida a Dios, pues da con agrado a todos sin hacerse rogar. El se la dará. Pero hay que pedir con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar que están a merced del viento. Esa gente no puede esperar nada del Señor son personas divididas y toda su existencia será inestable. El hermano de condición humilde debe alegrarse cuando su situación mejora, y el rico, cuando se ve rebajado, porque pasará como la flor del campo. Se levanta el sol y empieza el calor, seca la hierba y marchita la flor, y pierde toda su gracia. Así también el rico verá decaer sus proyectos” (Sant. 1, 1-11).
La palabra de Dios trae a nosotros, en esta carta de Santiago, dos cosas importantes: la primera de ellas es la probación; todos nosotros somos probados en la vida y algunos entienden mal y creen que la prueba es Dios abandonado. ¡No! Probación es Dios estando con nosotros cuando, Él esta con nosotros cuando somos probados y vivimos situaciones difíciles y complicadas como Su propio Hijo, nuestro Jesucristo, vivió en nuestro medio.
Probación no es solo tentación de carne, somos probados de varias formas: con sufrimiento, enfermedades, dificultades financieras, pero, somos probados, también, en nuestra debilidad humana y espiritual, sin embargo, somos tentados en situaciones y circunstancias. ¿Para qué sirven las pruebas? Para madurar, hacernos hombres y mujeres íntegros y que sepan elegir en la vida. La probación no me aleja de Dios, ella me acerca de Él, si vivo con Él toda y cualquier probación nos madura.
Si miramos para nuestro pasado, percibir tantas cosas difíciles ya enfrentamos y, hoy, podemos mirar de otra forma y percibir como crecemos, maduramos. Solo no crecemos más, porque no supimos aprovechar mejor las circunstancias difíciles que vivimos o pasamos. En cada probación tiene una lección a ser dada, aprendida y vivida y podemos madurar y convertinos un hombre mejor, madurar y más cercano de Dios.
Cuando sabemos leer las probaciones con la óptica de la fe y de la madurez humana, producimos la perseverancia. Las personas pasan por las probaciones y desisten, desaniman y dejan el camino, de esta forma, no crecen en la fe, ella no tiene testimonio para dar. “Pasé por dificultad, entonces, dejé y abandoné todo”; “mi familia esta pasando por tribulaciones”, entonces, deja la familia; “la Iglesia esta pasando por eso”, entonces, deja la Iglesia, siendo así, no quedamos en nada y no crecemos en la vida.
¡Aguanta! ¡Perseverar! ¡Lucha y no desanime! La prueba produce hombres y mujeres fuertes, que sepan enfrentar la vida como ella debe ser enfrentada. ¡Y si pasa por la probación, enfrenta!
¡Dios te bendiga!