22 Jun 2019

Utilicemos el dinero a servicio del bien

“Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero” (Mt 6, 24).

El corazón humano se encuentra siempre dividido entre las opciones que necesitamos hacer en la vida. No solo necesitamos de Dios, pero venimos de Él y Él es nuestra mayor riqueza, nuestro mayor tesoro y no somos nada sin Dios. Sin Dios nosotros ni existiríamos, porque es en Él que existimos y somos. Dios es el mayor don, la mayor dádiva, bendición y gracia. ¡A Él toda alabanza, honor, gloria y toda la gracia!

Vivimos en un mundo material, donde necesitamos sobrevivir, donde los padres de familia necesitan cuidar del sustento de tu familia, del alimento, de la escuela, de la educación y de todo más que son las exigencias de la vida. Y necesitamos del dinero para hacer todas estas cosas.

No hay nada de gracia en esta vida, todo es necesario comprar, pagar, organizar, es decir, tener una vida donde necesitamos del dinero para solucionar las cosas. Necesitamos ser concretos también: dinero no cae del Cielo, que no sea dinero fácil, corrompido, el dinero que viene de robo y de una vida que no sea honesta.

El dinero verdadero y autentico es fruto del trabajo, es el salario, la compensación por el esfuerzo y donación humana para poder sustentar nuestra casa. La cuestión no es no tener dinero, por el contrario, necesitamos del dinero para sustentar la familia, las buenas obras, las obras de caridad, sustentar incluso a casa de Dios para que esté a servicio del Reino de los Cielos.

El dinero debe estar a servicio del bien, de la verdad, de la fraternidad

El Evangelio llama a nuestra atención a quien servimos, necesitamos del dinero, pero no podemos ser servidores de él. Necesitamos del dinero, pero él no pude mandar y tampoco ser el “dios” de nuestra vida.

Dios es solo uno, solo nuestro Dios merece alabanza, honor, la gloria y todo más esta sumiso a Él, incluso, el dinero que nosotros trabajamos, el dinero que adquirimos de forma honesta y correcta.

El dinero debe estar a servicio del bien, de la verdad, de la fraternidad, del sustento de la casa. De la familia y de obra que es de Dios, pero nunca podemos dejar el corazón esclavizar por causa del dinero.

El dinero es seductor, engaña, ilude, compra las personas. Por el dinero las personas se venden. Cuando no tenemos en el corazón una orden de quien es más importante, de hecho, las cosas se invierten.

El problema del mundo y de nuestro corazón es cuando dejamos la codicia tomar cuenta de nosotros. Que el dinero sea el servidor de nuestra vida y no el contrario. Que podamos servir a Dios, incluso, con el dinero que tenemos, pero jamás dejar de servir a Dios para servir al dinero.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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