26 May 2020

Unamos nuestra oración al corazón de Jesús

Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros” (Jn 17, 9-11a)

¡Que belleza es mirarnos la preces profunda del alma de Jesús! Además, la oración verdadera es aquella que viene del fondo del alma, donde el corazón pone para fuera todos los anhelos que tiene.

Cuando miramos la oración sacerdotal de Jesús, entramos en este corazón maravilloso del Señor, un corazón que se inmola, se entrega, pide, suplica, intercede y entrega todo para el Padre. “Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío”.

Que plena unión de amor, testimonio de entrega y gracia hay en relación amorosa del Padre para con el Hijo, del Hijo para con el Padre. El Hijo vino para cumplir su misión y, en este mundo, recibió los que eran Sus discípulos y seguidores.

Así como Él rezó por el mundo por todas las situaciones, ahora, Él reza por los Suyos. “Padre, no estoy pidiendo por el mundo. Estoy pidiendo por aquellos que Tu me diste, porque ellos permanecen en el mundo. Yo no estoy en el mundo, pero pido por ellos para que estén en Ti”.

La fuerza del combate y de la oración necesita unirse al corazón sacerdotal de Jesús para suplicar por los nuestros

Jesús esta refiriéndose a cada uno de nosotros, porque Él enfrento el mundo, vivió en el mundo, pero no se perdió en este mundo, una vez que, Él no se perdió, pero salvo aquellos que seguían a Él, escuchan, ven, aman y depositaron en Él toda esperanza. Él esta pidiendo para que no nos perdamos.

No podemos nos perder porque el mundo no es fácil; vivir es una gracia y una dádiva, pero perderse en este mundo es la cosa más común y fácil de ocurrir. Porque el mundo es complejo, difícil, lleno de trampas, maldades, engaños y ilusiones, y es en este mundo que vivimos.

La oración de Jesús es como la oración de una madre, de un padre que tiene un hijo pequeño y, mientras el mundo es solo la familia, es una bendición, pero si ese hijo crece y va para el mundo, ya sabemos.. reza como Jesús rezo porque sabemos que el mundo no es fácil. El mundo lleva los nuestros; mientras se pierden y están se perdiendo porque el mundo nos tira, el mundo con su mentalidad, perversidad y engaños.

Pide por ti y por los tuyos. Ruega por tus hijos y hermanos. Vamos unir las preces y al corazón de Jesús para rezar unos por los otros. Estoy uniéndome al corazón de los padres que rezan y piden por sus hijos, y esta tiene que ser nuestra preces: que ellos no se pierdan, que el mundo no robe y quite del amor de Dios que reciban. Porque el mundo es cruel, roba y, por eso, necesitamos pedir. Más que hablar y apuntar la maldad del mundo que no es desconocida de nadie. La fuerza del combate y de la oración necesita unirse al corazón sacerdotal de Jesús para suplicar y pedir que ninguno de nuestros se pierdan.

¡Dios te bendiga!

¡Es momento de caminar con Cristo y sostener a nuestros hermanos!

Pai das Misericórdias

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