03 Aug 2019

Seamos profetas en la vida de los demas

“La joven, a instigación de su madre, le respondió: «Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista” (Mt 14, 8).

Juan Bautista es el último de los profetas del Antiguo Testamento y el primer profeta de los nuevos tiempos del Nuevo Testamento. Los profetas, en su gran mayoría, fueron perseguidos, muertos y rechazados, y aquel que viene a ser predecesor de Jesús precede también en la muerte, precedió por una vida santa, justa y profética.

Sabemos que ser profeta tiene un precio, y todo lo que queremos en la vida no es ser profetas, pero admirados, reconocidos y aplaudidos. No queremos incomodar. Por supuesto que existe el incomodo de la persona que es aburrida, pero hay el incomodo de la palabra que corrige, que llama la atención, que nos muestra la dirección para cual debemos servir.

En el medio de una sociedad relativista, donde cada uno se vuelve para aquello que es conveniente, solo hace lo que conviene, es difícil ser profeta.

Juan Bautista no fue connivente con aquella situación escandalosa que Herodes vivía, de haber tomado a su hermano, por eso apunto cual era el error, y eso causo mucho incomodo para Herodes y para la mujer, y es obvio que ella también paso eso para su hija.

El profeta no es el acusador, pero aquel que guía la vida para que ella no salga de los caminos de Dios

No estamos apuntando los pecados de nadie, pero estamos apuntando lo que el pecado y el mal causan en nuestra vida. Dejaremos y negaremos la Palabra de Dios si no la proclamarnos, denunciando lo que destruye la acción de Dios en nosotros, es decir, el poder, la acción del pecado y las acciones pecaminosas.

La profecía es para nuestra propia vida, para corregirnos, guiarnos, pero es también para corregir aquellos que están cercas de nosotros. Madre tu necesitas ser profeta dentro de tu casa. Padre, tu necesitas ser profeta. Parejas, un necesita ser profeta en la vida del otro.

El profeta no es acusador, pero aquel que guía la vida, para que ella no salga de los caminos de Dios, de la gracia y de la forma de Él.

Vivimos en el medio de una sociedad en que, en la propia familia, las cosas van saliendo del lugar, del camino, y no hay quien muestre y guíe por donde se debe caminar; y desde hay comienza formas de vida, comienza a vivir cosas que, después, el precio va ser muy alto, porque esta faltando profetas y profecías.

No basta gritar para el mundo cual es el pecado de él. Comienza por su propia casa. No pierdas la cabeza, porque estas mujeres y Herodes la perdieran. A veces, es preferible dar la cabeza para Dios, como Juan Bautista dio y pago el precio, pero murió por la verdad. No podemos dejar que nuestra vida muera por la conveniencia con el mal.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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