09 Sep 2020

Seamos presencia de Dios en la vida de los necesitados

“Bienaventurados, los pobres, porque es vuestro el Reino de los Cielos” (Lucas 6,20) 

Estamos, hoy, escuchando la palabra del Señor y mirando exaltar los pobres, los famintos, aquellos que lloran, son perseguidos y odiados. Y no podremos comprender errado, porque el Señor no está exaltando la hambre, el lloro ni la persecución; por lo contrario, Él está diciendo: “Estoy a lado de quien es pobre y no hay nadie a quien cuidar. De quien pasa hambre y no sacia su hambre. Estoy a lado de aquellos que lloran y no hay quien console”  

 El está también advirtiendo: “Ai de usted que comporta como rico”, el rico que no importa con la pobreza del otro, aquel que vive en la factura, que vanagloria de ella y no preocupa con la hambre, con la indigencia, ni con la pobreza del otro. O aquellos que están riendo, bromeando el tiempo entero, y no importa con quién está llorando, sufriendo y pasando por tantas situaciones difíciles en la vida. 

Aquellos que viven de elogios, quieren ser elogiados, exaltados, curtidos, recordados, aclamados, este es un retrato del mundo, de la sociedad y de los valores en los cuales estamos sumergidos. 

El sentido evangelico de la vida es otro: es ponerse al lado de quien pasa hambre, llora, de quien sufre aflicción. No podemos – porque muchas veces disfrutamos de una cierta bonanza, de periodos buenos en la vida – no olvidar de quien no está bien, de quien está sufriendo y pasando hambre. Y usted pregunta: “ Pero Dios no está de mi lado?”  Porque si yo tengo estas cosas, es porque Él me dió”. Y así usted pueda cometer la mayor de las injusticias. 

Seamos presencia de Dios en la vida de aquel que pasa hambre y no tiene lo que comer, porque Dios los saciará. 

La hambre y la miseria del otro fue Dios que le dio a Él? Lo que él está sufriendo, fue Dios que envió a él? Son diversas circunstancias para cada una de las situaciones, pero lo más importante de que estar compartiendo, poniendo la bonanza en la cuenta de Dios, la desgracia del otro en la culpa de Dios, es lo que necesitamos, es cuidar de lo que el otro pasa, de que el otro sufre y vive, es saber que Dios está al lado, llamando, inclusive, de “bienaventurados” aquellos que nosotros deberíamos cuidar y no cuidamos. 

Por lo tanto, seamos presencia de Dios, porque Él es aquel que vive la pobreza y la indigencia. Seamos presencia de Dios en aquel que pasa hambre y no tiene lo que comer, porque Dios los saciará, pero necesitamos ser presencia hoy, para que él no perezca de hambre. Seamos presencia amorosa en la vida de quien está triste, desolado, pasando por aflicciones. Ellos serán un día consolados por Dios, pero necesitamos ser el consuelo del Señor en la vida de ellos ahora. 

No nos ponemos al lado de los zumbadores, de aquellos que viven la vida solamente para escarnecer a otros y vanagloriarse de lo que son o de lo que tienen. No es para esto que Dios mira, pero si para los aflictos, pobres, indigentes y famintos. Y Él Señor bendice mucho quién de ellos se recuerda y cuida. 

 

Dios te bendiga

 

Pai das Misericórdias

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