06 Mar 2018

¿Cuántas veces es necesario perdonar aquellos que nos ofenden?

Jesús nos enseña que perdonar es acto de misericordia y compasión

“¿Señor, cuantas veces debo perdonar, si mi hermano pecar contra mí? ¿Hasta siete veces?” (Mt 18, 21-35)

Perdón no es una cosa simples y ni fácil para nadie. Perdón es la decisión más importante de un corazón para convertirse sano y pleno de la gracia de Dios, porque el perdón purifica el corazón, renueva el alma y los lava.

El perdón nos da salud, nos acerca de Dios y transforma nuestro corazón rencoroso y lleno de resentimientos, en un corazón misericordioso. Sin embargo, ejercitar el perdón no es fácil. Por eso, Pedro preguntó cuantas veces debemos perdonar; ya perdonamos una, dos y tiene una hora que alguien dice “ya cansé de perdonar”.

Yo diría a ti que es importante reverter la pregunta de Pedro. La pregunta debe ser esta: “¿cuántas veces Dios debe perdonar? ¿Una vez solo, dos o tres veces?” , en ese sentido, el propio corazón te va entender, comprender y acoger que Dios debe perdonarnos siempre.

Hasta podemos decir que nuestro corazón no es como el de Dios, pero debería ser. Nosotros debemos buscar tener ese corazón, porque el corazón de nuestro Padre es pleno en perdón, perdona de una forma infinita, y esta gracia del perdón debe estar dentro de nosotros. Y, si Dios no perdonara, Él sería un Dios rencoroso, herido; pero, nuestro Dios es pleno en amor, y en Él no hay espacio para el rencor, odio; no hay espacio para resentimientos.

Un hijo que busca ser como padre, busca, por encima de todo, en el corazón. Siendo así, es muy importante que, en este tiempo de la gracia que estamos viviendo, abramos nuestro corazón (semejante al corazón de Dios) para la dimensión del perdón en nuestra vida; aquel perdón verdadero, sincero, de la misma forma como Dios nos perdona; y Él no nos perdona poco, o más o menos o con limites. ¡Aprendamos con el Padre como debemos hacer y ejercitar el perdón!

La Pascua verdadera sucede en el corazón de aquel que celebra, en la vida, el don del perdón. La renovación de una alma solo sucede cuando el perdón es algo divino en la vida, porque humamente, hay situaciones que nosotros no conseguimos perdonar, pero cuando nos dejamos divinizar por la gracia de Dios, el perdón fluye en nuestra alma. Los elementos divinos están ahí como: el sacramento de la reconciliación, el de la Eucaristía, la Palabra de Dios, y no podemos entender que “banqueteamos” de muchas cosas sagradas, pero mi corazón no consigue vivir la dimensión profunda del perdón.

La Eucaristía y el Sacramento de la Confesión nos ayudan a “romper y ablandar” nuestro corazón, y ese, experimenta el tamaño de la misericordia de Dios para que seamos verdaderamente misericordiosos.

Si no tenemos fuerza para perdonar, necesitamos hacer una otra pregunta a nuestro corazón: “¿yo tengo la misma comunión con Dios y abrazo mismo la misericordia de Dios sobre mi?”. Porque, puede ser que solo tenga una vía – la que entra; y la vía que sale puede estar obstruida.

El perdón de Dios y la comunión Eucarística que entran en nosotros, necesitan salir; y la forma de salir  es por el “remedio” del perdón y de la misericordia, porque si ellos entran en mí, ellos también salen de mí en dirección al otro.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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