22 Aug 2021

Necesitamos saber a quien nosotros queremos servir

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios” (Jn 6, 68-69).

Muchos discípulos abandonaron a Jesús porque para ellos sus palabras parecen muy duras, especialmente, cuando Él, enseñando el camino de la vida, nos enseño que la salvación pasa por comer y beber Su Cuerpo y Su Sangre, el Pan de la Vida. ¡Que lenguaje dura para algunos! Y por eso ellos abandonaron a Él.

Jesús volvió para aquel grupo que aún estaba con Él, especialmente para los Suyos más cercanos, y fue muy claro: “¿También ustedes quieren irse?. Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna” (Jn 6, 67-68).

Yo me vuelvo para la belleza y la sabiduría de la Primera Lectura de la misa de hoy, del Libro de Josué. Y Josué quien, delante de la posesión de aquella tierra prometida – tierra de muchos atractivos, mucha profanación, idolatría, culto a muchos dioses –, en medio a todo aquello que el pueblo encuentra hacia adelante, Josué agarra su familia y su casa, y hace sus pactos: “Lo que es yo y mi familia serviremos a Yavé” (Jos 24, 15). ¿Es esta cuestión: y nosotros, en los días de hoy, a quien nosotros queremos servir? ¿A quién nuestra casa quiere servir? ¿A quien nuestra familia quiere seguir?

Tu necesitas reunir tu casa, tu familia y decidir a quien tu familia quiere servir

Mire, el mundo está allí con sus propuestas, con sus caminos, con sus seducciones, incluso, entrando de una forma ostensiva en nuestra vida, entra a través de los celulares, smartphones, televisión, por los ordenadores, entra por todos los medios. Y nosotros necesitamos saber a quien nosotros queremos servir.

Tu que eres padre y madre de familia, tu necesita hacer como Josué, tú necesitas reunir tu casa , tu familia y decidir a quien a tu familia quiere servir, porque nuestras familias están divididas; nuestras familias, muchas veces, están sirviendo y siguiendo este mundo, nuestras familias no consiguen ni reunirse como familia para rezar, para adorar a Dios, porque son muchas horas delante de la televisión, del ordenador, en las ocupaciones de la vida, son muchas horas con un smartphones en la mano.

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¿Dónde está tu corazón? ¿Dónde está el corazón de tu familia? ¿A quién tu casa quiere servir?¿A quién tu familia quiere servir? Si tu no tienes tiempo, si tu casa no tiene tiempo ni para adorar el divino, si tu casa y tu familia no tiene tiempo ni para reunirse para rezar, para ponerse en la presencia del Señor, es necesario cuestionarse. ¿Dónde está tu autoridad de padre? ¿Dónde está tu autoridad de madre? No es para ser autoritario con los hijos, no es para obligar a nadie, porque Dios no quiere a nadie sirviendo a Él por obligación, pero sí por amor.

¿Cuál es el amor de tu familia? ¿Cuál es el amor de tu casa? Estoy diciendo con toda la propiedad: reúne tu casa, tu familia y mire el ejemplo de Josué. La pregunta que fue hecha a los israelitas y es hecha a nosotros cristianos hoy: ¿a quien nosotros queremos servir? ¿A quién queremos seguir? No responda en el pensamiento y en el sentimiento, responda con la vida, responda con actitud, responda realmente tu y tu casa. Incluso hablo más: pon, hoy, en el espejo de tu cuarto de baño, en la puerta de tu casa, a quien tu casa desea servir y seguir.

¡Dios te bendiga!

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