Cuando vamos anunciar el Reino de Dios necesitamos ganar almas para Jesús, personas para el Reino de Dios
“No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!».” (Lucas 10, 4-5)
Los discípulos de Jesús llevaban el Reino de Dios a todos los lugares, y como necesitamos llevar el Reino de Dios a nuestras casas, familias, pueblos, grandes ciudades, para las metrópoli o para zona rural. El Reino de Dios o para la zona rural. El Reino de Dios tiene que ser anunciado. ¿Cómo se anuncia el Reino de Dios? Con desprendimiento y sin preocupaciones humanas. ¿Que preocupaciones humanas son estas? Son aquellas preocupaciones de nuestra humanidad que está siempre tensa con las cosas. “¿Lo que voy conseguir? ¿Qué voy hacer?”.
Cuando vamos anunciar el Reino de Dios nos ocupamos con él y no con las cosas materiales o con las ventajas que vamos llevar. Cuando vamos anunciar el Reino de Dios necesitamos ganar almas para Jesús, personas para el Reino de Dios. No tiene nada que se compare a una alma convertida y evangelizada. Por eso, anuncie con desprendimiento, tenga tiempo en tu vida para anunciar el Evangelio.
Si el corazón necesita estar desprendido, ¿qué vamos llevar para la casa o para las personas que anunciamos el Reino de Dios? Llevamos el reino de la paz, llevamos la paz. En cualquier casa que entrar, decir: “¡Qué la paz esté en esta casa!”, porque las casas del mundo entero están necesitando de paz. Lo que entra por la televisión y por las redes sociales, lo que entra en el medio en que estamos son los conflictos, guerras, disputas y desentendimientos por cualquier cosa.
Quien es de Dios promueve la paz, lleva la paz, hace la paz ocurrir. Es posible que tu no salgas de casa para ir personalmente a la casa de otra persona, pero hoy, en el mundo en que estamos de las redes sociales, los diversos mecanismos para evangelizarse: televisión, radio e internet necesitan promover la paz. Despriéndase de sí mismo, de sus convicciones, de sus opiniones politicas y partidarias, despriéndase de aquello que crees que es lo correcto o equivocado del otro. Tengamos en el corazón la paz verdadera, la paz que viene del corazón de Dios.
No hay un don mayor que podamos ofrecer al otro que la paz que viene de Dios. Donde quiere que entremos con una mensaje, con un enlace que enviamos, con lo que tenemos para enviar para el otro, enviemos especialmente la paz y no promovemos la guerra.
¡Dios te bendiga!
