“Jesús empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades” (Mt 4, 23)

Jesús deja su tierra Nazare y ahora va vivir en Cafarnaum, vivir las orillas del mar de la Galilea. Para todo aquel territorio que el profeta Isaias ya hablaba que hablaba que en las tinieblas, sobre aquel territorio ahora una gran luz brilla.

Esta luz es Jesús, esta luz que viene iluminar las tinieblas de aquella región, pero especialmente iluminar las tinieblas de todos los corazones que se abren su gracia. Entonces dejo tres cosas importantes:

Primero Jesús anuncia que el Reino de Dios esta en el medio del pueblo. Él anuncia el reino de Dios por medio de la conversión, es necesario convertirse. Es necesario ahora abrir la mente y el corazón para acercarse de ese Reino. Él lleva ese anuncio, es necesario anunciar, es necesario proclamar, es necesario hablar: mire el Reino de Dios esta aquí, pero es necesario convertirse para él.

Cuando Él anuncia, él también llama, Pedro y André. Él va saliendo y llamando hombres que están en sus varios trabajos, especialmente porque están en la orilla del mar. Mayoría de ellos son pescadores, ven y haré ahora de ustedes pecadores de hombres.

Permitamos ser pescados por Jesús para hacer parte de su Reino

Esa invitación es para nosotros, somos llamados para hacer parte de la compañía de pesca de Jesús. Que belleza, primero dejar ser pescados por Él. Jesús me pesco un día, pesco tu también, aún que las personas muchas veces huye de la gracia, permitamos ser cogidos, pescados por Jesús para hacer parte de su Reino.

Porque nosotros necesitamos pescar muchos para Jesús, necesitamos pescar personas en nuestra casa, en nuestra familia, en el trabajo, en la sociedad donde estamos. El mundo esta sediento de conocer el reino de Dios.

Y así como Jesús ejercía su misión por toda la Galilea enseñando, predicando y sanando, nosotros necesitamos también hacer la misma cosa, enseñar el Reino de Dios y predicar la Palabra de Dios. Y esta Palabra enseñando, predicada, ella realiza, curas, prodigios, cura y liberta los corazones del poder del mal.

El mundo que hace en las tinieblas tiene sed de la gracia libertadora de Jesús. Por eso permitamos ser pescados por Jesús para que podamos pescar el mundo para llevar para Dios, para que el Reino pueda ocurrir.

¡Dios te bendiga!