31 Aug 2020

Permitámonos ser corregidos por la palabra de Dios 

“Levantarán y expulsaran de la ciudad. Llevarán hasta el alto monte sobre cuál ciudad estaba construida, con la intención de lanzarla en el precipicio. (Lucas 4,29) 

 

Usted está mirando que en su própria ciudad Jesús no solo no es acepto, como también es ignorado,  rechazado, despreciado en el medio hasta de parientes de personas que hacen parte del parentesco de Él, parentesco prójimo, dicho por algunos hasta como sus familiares. 

No escogieran Jesús, no pudieran admitir que Él era profeta, porque miraran para Él como aquel que creció en medio de ellos, el hijo de Jose y de Maria. Ahora, por lo tanto, lo que Él está hablando es el verdadero profetismo, El ahora es el profeta de Israel, Él es el Mesías que se ha tornado duró hasta para los suyos. 

Es preciso decir que, hasta hoy, muchos en Israel no reciben, no aceptan a Jesús como El Cristo. Es necesario decir que, en el medio de nosotros, hasta como bautizados, como cristianos, muchas veces también no lo escogimos y ni lo aceptamos. 

Mucha cosa que Jesús dice es dura, no es duro lo que Jesus habla, lo duro es en nuestra cabeza y en nuestro corazón para recibir la verdad como ella es. No queremos muchas veces ser molestados, y Jesús tenía muchas molestias con la Palabra y con su profetismo. 

Lo que algunos quieren es el profetismo del agrado hasta en la hora de pegar la biblia. La persona queda buscando pasaje para apreciar su ego, pasaje que va colaborar con lo que piensan. “Está aquí es una bendición”, “Esta es la promesa de Dios para mi” 

La palabra de Dios es aquella que corrige, que exhorta y pone en el eje. 

Cuando la palabra está corrigiendo, está llamando atención, está advirtiendo, nosotros, muchas veces, hacemos hasta vista gruesa: “Está pasaje no es para mí” 

No me gusta mucho de aquellas personas, muchas veces, que utilizan de escritórios, en los lugares, en estas cajitas de promesas que tira un pasaje. Generalmente, es solo una promesita buena para dejar a la persona alegre y feliz. 

La palabra de Dios no es una promesa para la persona quedar alegre y feliz. La palabra de Dios es aquella que corrige, que exhorta y no pone en el eje. Muchas veces, no queremos ser exhortados ni por Dios, pues preferimos rechazarlo, y ponerlo a lado. Es lo que la sociedad y el mundo hacen. 

La palabra de Dios es solo bendición para nosotros cuando nos corrige y llama la atención, cuando somos advertidos. Y se no está advirtiendo, es porque no estamos en el espíritu que sigue la Palabra, y vamos dejando de lado como hicieron los contemporáneos de Jesús, los parientes de Él, que lo llevaran muerto abajo hasta despreciar. 

No despreciamos Jesus y su palabra, permitamos que corrijamos, que nos forme y conduzca, porque Jesús vino para salvarnos, y necesitamos permitir que su salvación, por más dura que sea, acontezca con nosotros. 

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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