24 Jan 2018

La Palabra de Dios es sembrada en nuestro corazón

Rendirse a la Palabra de Dios es el camino de transformación y de la luz, para la vida de cada uno de nosotros

“Lo que el sembrador siembra es la Palabra de Dios. Los que están a lo largo del camino cuando se siembra, son aquellos que escuchan la Palabra, pero en cuanto la reciben, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos” (Mc 4, 14-15).

La gran gracia es está: El Reino de Dios, la Palabra de Dios es sembrada en nuestro corazón, acogemos esta Palabra. Tu estas (leyendo este texto), escuchando a mí o me viendo ahora, porque esta acogiendo la Palabra de Dios. No siembro otra palabra a tu corazón, sin ser la Palabra de Dios.

Cuando acogemos, guardamos y meditamos la Palabra, ella cae en nuestro corazón, comienza a crecer, producir frutos y cambiar nuestra vida. Escucho testimonios de personas que dicen: Padre, yo escuché, hice la reflexión del Evangelio y comencé a transformar mi vida, y soy testimonio ante muchos que conozco, que acogen la Palabra de Dios con serenidad”. Con esta seriedad y profundidad, la Palabra comienza a transformar nuestra vida.

Las personas quieren nuestros consejos, nuestras orientaciones, quieren una dirección para la vida de ellas, pero toda y cualquier dirección que podamos dar para guiar nuestra vida o de otras personas, viene de la Palabra de Dios. Rendirse a la Palabra de Dios, ponerse para vivir esta Palabra, es el camino de la transformación y de la luz, para la vida de cada uno de nosotros. Tenemos que prestar atención en el siguiente aspecto: ¡la Palabra de Dios esta diciéndonos que satanás quita la Palabra que fue sembrada en nuestro corazón, entonces, vamos estar atentos y no dejemos que la Palabra sea robada!

A veces, tu escuchas todos los días el Evangelio, medita la Palabra de Dios, pero las distracciones, preocupaciones, tensiones, las situaciones que vivimos en la vida: roban, aplastan, sofocan, retiran la gracia de la Palabra de Dios de nuestro corazón.

No nos dejemos llevar por las preocupaciones, por las ilusiones del mundo. No nos dejemos llevar por las placeres del mundo, para que la Palabra de Dios no pierda la fuerza transformadora que ejerce en nuestra vida, y en nuestro corazón.

Dios quiere que Su Palabra produzca frutos en nuestra vida; treinta por uno, setenta por no, cien por uno; aquí no importa la cantidad, sino que nosotros cuidemos para que la Palabra de Dios sea cultivada, y así, podamos coger muchos frutos, porque la Palabra de Dios es vida eterna para nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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