18 Jan 2020

Escuchamos la voz del Señor

“Mientras caminaba, vio al que estaba sentado en la aduana. Era Leví, hijo de Alfeo. Jesús le dijo: Sígueme. Y él se levantó y lo siguió” (Mc 2,14)

Jesús fue al encuentro de Leví, donde él se encontraba, haciendo lo que hacia, en la banca de la aduna. Jesús me llamo. Más que llamarte, Jesús te quito de aquella situación, hizo él levantar de aquello que él hacia, por más que fuera tu trabajo, porque era allí que Leví ejercía la deshonestidad, porque era injusto y pecaba.

Jesús te llamo, no te acuso, no dijo en tu cara que era deshonesto, pero te quito de aquella situación.

Es así que Jesús hace con nosotros. Él quiere quitarnos de toda y cualquier situación de pecado que estamos viviendo. Muchas veces, eso es dentro de casa, en el trabajo que hacemos, en nuestro computador, en las relaciones que establecemos, en el Smartphone que esta en nuestras manos. Jesús quiere quitarnos, libertarnos de lo que esta encadenado y prendiéndonos.

Leví estaba acostumbrado a ganar dinero de forma deshonesta, corrupta, pero Jesús vino para liberar de aquella situación. Jesús quiere liberarnos de toda y cualquier corrupción del alma, del espíritu, de la mente, para que podamos seguirlo.

Dejémonos ser sanados por Jesús

Jesús sentó a mesa con los cobradores de impuesto y pecadores. Todos se sientan a mesa con Jesús, porque, como dijo la Palabra, eran muchos que dejaban lo que hacían para seguirlo. Nosotros necesitamos hacer parte también de ese numero, de aquellos que dejan el pecado, dejan lo que están haciendo para también seguirlo.

Hoy, necesitamos escuchar la voz de Jesús. Necesitamos dejar lo que hacemos para que Él conduzca los impulsos de nuestra alma, de nuestro corazón, de nuestros afectos y de nuestros sentimientos.

Jesús esta diciendo que no son los sanos que necesitan de médicos, somos nosotros, enfermos en la alma, del espíritu, del corazón y de la voluntad que necesitamos de medico Jesús. Somos nosotros que necesitamos escuchar Su voz.

A veces, dentro de nosotros, estamos con una voluntad terrible de hacer el mal, de desear el mal; a veces, dentro de nosotros, hay una voz de resentimiento, de rabia, sensualidad y maldad gritando.

Dejemos que la voz de Jesús resuena en nuestra alma y que Él nos levante de toda y cualquier situación que estamos viviendo, para seguir Su voz, para seguirnos Tus pasos. Dejémonos ser sanados por Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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