29 Jan 2020

Los frutos de la Palabra de Dios en nosotros

“Para otros se ha sembrado en tierra buena. Estos han escuchado la palabra, le han dado acogida y dan fruto: unos el treinta por uno, otros el sesenta y otros el ciento” (Mc 4,20)

La bella parábola de la semilla, ella necesita ser oída con toda atención de nuestro corazón, porque ella en realidad describe para nosotros como es nuestra relación con Dios a partir de su Palabra.

Dios se relaciona con nosotros, habla con nosotros, dirige nuestra vida por medio de su Palabra. Porque Dios, el gran sembrador, envía su Hijo Jesús que es la propia Palabra, Él siembra y al mismo tiempo es la Palabra.

Jesús esta predicando la Palabra, y Él esta anunciando Él mismo y nosotros recibimos a Él. Y al mismo tiempo que nosotros recibimos, nosotros necesitamos mirar como es que nuestro corazón acoge la Palabra de Dios. Como la tierra necesita ser un buen terreno para recibir bien la semilla para que la semilla crezca, produzca frutos y no importa, porque tiene terreno que da treinta, tiene terreno que da sesenta, tiene terreno que la semilla llegue de una forma esplendorosa, pero aquí no importa la cantidad pero la calidad, la intensidad del acogimiento que nosotros damos la Palabra de Dios.

Por favor no seamos como ese terreno pedregoso, que esta a la orilla del camino, que incluso escucha la Palabra pero nosotros somos personas distraídas, personas que simplemente deja la cabeza volando, nosotros estamos llenos de nuestros devaneo, y la Palabra simplemente cae en el olvido, fácilmente es robada.

Cultivemos para que la Palabra crezca y produzca muchos frutos en el corazón y en la vida

Como las distracciones del mundo, como las distracciones de nuestra cabeza, como nuestras confusiones mentales y sentimentales roban la Palabra de Dios de nuestro corazón. Nosotros vamos a misa, nosotros reflexionamos la liturgia diaria, pero el corazón permanece en la misma, porque nosotros no combatimos las distracciones que nos roban de la presencia del Señor.

Nosotros no podemos dejar que nuestro corazón sea como este terreno que no tiene raíz. Sí, por que la Palabra incluso cae, cae en nosotros, pero la persona es muy superficial, las persona solo queda en la superficie. Tu sabes, cualquier agua que viene, cualquier viento, cualquier cosa que viene lleva lo que es superficial lleva, derrumba, no tiene profundidad, las personas pasa por temeridades, las personas pasa por contrariedades, y la primera contrariedad, la primera inquietud ya causa perturbación en la mente y en el corazón y roba la fuerza de la palabra de Dios en nosotros.

Nosotros no podemos dejar que los espinos sufoca la vida, de las pasiones, de los placeres, las preocupaciones materiales, consumistas roben la fuerza de la Palabra de Dios en nosotros. No, porque si nosotros dejamos guiarnos por las preocupaciones del mundo, por la ilusión de las riquezas, y por aquellos deseos mundanos, que muchas veces toman cuenta de nuestra cabeza, y las personas quedan allí movidos por esos deseos, por estas pasiones la Palabra es sufocada mismo, y las personas no ven frutos de la Palabra de Dios en nosotros.

Por eso permitamos que la Palabra cae mismos dentro de nosotros, la recibamos con el corazón abierto, pero cuidemos, cultivemos para que la Palabra crezca y produzca muchos frutos en el corazón y en la vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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