“Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios” (Lc 12, 8).
Que maravilla y que gracia, es Jesús dando testimonio de cada uno de nosotros delante del trono del Padre, delante de los ángeles de Dios. Es Jesús hablando con énfasis sobre mí y ti.
Cuando Jesús testimonia a nuestro favor es porque nosotros, en primer lugar, estamos testimoniando Jesús en nuestra vida. Somos testimonias de aquello que escuchamos, vemos y creemos. Nada es más importante para un discípulo de Jesús que dar testimonio de su fe, que no tener vergüenza de aquello que cree; dar testimonio públicamente, en toda y cualquier circunstancia.
Sabe, el testimonio es cada vez más necesario y evocado en los tiempo y en las circunstancias en que nos encontramos. Si precisamos combatir la hipocresía, nada es más hipócrita que el falso testimonio o que testimoniar falsamente. Eso significa mentira, entonces, el testimonio verdadero es cuando condice con lo que hablo, pienso y vivo.
Nada es más importante para un discípulo de Jesús que dar testimonio de su fe
Esta ecuación ni siempre es fácil, ella exige un esfuerzo de vida para que yo sea – en la vida, en el trabajo, donde estoy, solo, acompañado, con los demás, en las redes sociales -, testimonia de la fe que creo. Por ejemplo, nosotros creemos en el amor, entonces, no puede ser un discípulo de Jesús si no creer en el amor, pues el mandamiento del Señor es: Amar unos a los otros”.
Creer en el amor, hablar de amor no es difícil para nadie. Las personas incluso hablan con elocuencia, poesías,historias, lloran por causa del amor, pero vivir el amor es tener paciencia, soportar los defectos del otro no hablar de los demás a las escondidas, saber realmente soportar las injurias e injusticias que, muchas veces, sufrimos; y dar un testimonio de paciencia y superación. No es para cualquier uno, es para aquel que no tiene Jesús solo en la boca, pero en el corazón y, especialmente, en las venas, porque es capaz de cambiar las realidades y situaciones por causa del testimonio, verdadero y autentico de Jesús.
No seamos solo personas que hablan del nombre de Jesús, que proclaman Jesús de boca llena, que hablan de las cosas de Dios incluso con cierto quebrantamiento. Tu puedes y debes hablar de Jesús, pero, por encima de todo, nosotros debemos testimoniar con la vida y con el ejemplo que amamos a Él.
¡Dios te bendiga!
