07 Apr 2020

El misterio de la iniquidad actúa en nuestro medio

“Jesús le respondió: Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: Realiza pronto lo que tienes que hacer” (Jn 13, 26-27).

La cena de la Cena final de Jesús tiene muchos puesta y puntos importantes que necesitamos reflexionar para entender la vida ayer, de hoy y siempre.

El misterio de la gracia es el misterio de la salvación y del amor que nos salva, pero, en el medio de nosotros, actúa el misterio de la iniquidad y de la maldad. Si Dios es aquel que vino salvar, inicuo es aquel que vino perder. Y a quien nos entregamos el corazón, la vida, los pensamientos y los sentimientos, seremos llevados. Por eso, queremos que la vida este en Jesús, para que el misterio de la iniquidad no este actuando en nosotros, no tenga fuerza ni poder sobre nuestra vida.

El misterio de la iniquidad entro en Judas por el poder y por la seducción que el dinero ejerce en la vida humana, pero él no dio oídos a Jesús cuando necesitaba, él no siguió Jesús con la total entrega del alma y del corazón. Dejo la tentación hablar más alto en su corazón, aún estando en la compañía de Jesús. Y el demonio entro en el luego después que él recibió el pan, la Eucaristía.

El misterio de la iniquidad es fuerte, solo no es mayor que Dios

No podemos juntarnos al grupo de los que quieren ofender Judas. La broma, sin gracia, de ofender Judas incluso los niños hacen. ¡Que maldad y perversidad!

Judas representa la iniquidad que esta en cada uno de nosotros, nuestras propias infidelidades y caídas. Representa cada uno de nosotros que somos de la Iglesia, que nos decimos cristianos y seguidores de Jesús.

¡Cuantas veces traicionamos Jesús, cuantas veces participamos de la Cena del Señor, comulgamos del Señor, pero comulgamos también de la perversidad y maldad del mundo! Cuantas veces recibimos la Eucaristía en la boca, y la propia lengua habla mal, habla de la vida de los demás y comete atrocidad!

Hoy, y ningún otro día, es día de juzgarnos o condenamos Judas. Hoy, es día de poner nuestra barba en remojo (como siempre debemos hacer a cada día), poner nuestro corazón en el lugar que él necesita estar, para reflexionar el cuanto permitimos al misterio de la iniquidad iludirnos y engañarnos. Hablo más, él no esta solo en el mundo, él actúa en nosotros, en la Iglesia, donde quiere que estemos, porque el misterio de la iniquidad es fuerte, solo no es mayor que Dios.

Permitamos que Dios sea mayor en nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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