01 Feb 2020

El maestro calma lo que esta agitado en nosotros

“El entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: «Cállate, cálmate.» El viento se apaciguó y siguió una gran calma” (Mc 4, 39)

Acompañando la Palabra de Dios, miramos el corazón afligido de los apóstoles que estaban con Jesús en la barca, porque comenzó a soplar un ventarrón muy fuerte y las olas se lanzan dentro de la barca.

Podemos imaginar en el mar y, luego las olas se agitan, los vientos violentos viene contra la barca que estamos, y el temor, el pavor, el pánico, el miedo y, especialmente, la agitación comienzan a tomar cuenta del corazón de todos.

Jesús estaba en la parte de tras durmiendo sobre un travesero, y los maestros despertaron a Él aterrorizados, el miedo y desesperados: “¡Maestro, por favor, despierta! ¿No te importas? Estamos pereciendo”.

Es así que, muchas veces, nos encontramos en la vida: agitados, nerviosos, tensos y preocupados. Cuando alguna cosa nos perturba y nos quita de nuestra comodidad, fácilmente nos agitamos, nos perturbamos y creemos que vamos solucionar las cosas a la sombra o a la inspiración de la perturbación, cuando necesitamos de la serenidad para espantar el mar del desespero, necesitamos de la sobriedad de espíritu para calmar los mares agitados, los vientos agitados que están soplando dentro de nosotros.

Cuando dejamos el Maestro calmar lo que esta agitado en nosotros, encontramos la paz y la salvación

Es por eso que lo que Jesús ordena al mar, a los vientos y las olas, Él también esta ordenando a nuestro corazón: “Cállate, cálmate”.

Son muchas olas que germina dentro de nosotros, agitándonos, trayendo inquietud, trayendo para dentro de nosotros muchas perturbaciones.

Necesitamos calmar esta naturaleza violenta que esta dentro de nosotros, porque la naturaleza que esta a nuestro lado, Jesús tranquilizo, puso en la situación de serenidad, y esta nuestra naturaleza necesita también querer someterse a Jesús.

Necesitamos dejar que la voz del maestro resuena dentro de nosotros para calmar, silenciar, serenar y ponernos en la dirección de la paz y de la tranquilidad.

Hoy, Jesús esta ordenando a nuestro corazón: “Silencio. No nos agitemos. No nos perturbemos”. Cuando dejamos el Maestro tranquilizar lo que esta agitado en nosotros, encontramos la paz y la salvación.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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