03 Aug 2020

El miedo debilita nuestra fe en Dios

“En seguida Jesús les dijo: Ánimo, no teman, que soy yo. Pedro contestó: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre el agua” (Mt 14, 27 -28)

Cuando llega la noche, el miedo ya toma cuenta del corazón humano delante de la oscuridad. Mas que el miedo de la oscuridad, hay aguas impetuosas que se mueve de una lado para el otro. Y cuando las cosas salen de aquel parámetro común que estamos acostumbrados, el miedo ya nos viene a la puerta; nos preocupamos, agitamos, asustamos, porque no sabemos lidiar con el diferente ni con los vientos contrarios.

Cuando el miedo comienza a tomar cuenta de los impulsos y de los sentimientos del corazón, él cría fantasías y fantasmas, incluso de la persona que esta de nuestro lado tenemos miedo, vemos en ella lo que no es, y ella comienza ser una caricatura para nosotros, porque el miedo fantasía las realidades.

Por eso, cuando Jesús esta viendo sobre las aguas, ellos no ven Jesús, ellos ven un fantasma, quedan aterrorizados, gritan de miedo, y es necesario la voz del Maestro resonar: “¡No tengas miedo! Soy yo”.

Es necesario dejar resonar, en el fondo de nuestra alma, en el fondo de nuestro corazón: “NO tengas miedo”, porque necesitamos vencer el miedo, y permitir que nuestra fe sea curada, no sea simplemente un escudo para no nos aterrorizar delante de las situaciones.

Aumentemos nuestra relación de confianza con Jesús, para que ningún miedo sea mayor que nuestra fe

La fe tiene que curarnos de los fantasmas, de las fantasías, de los miedos que fuimos acumulando a lo largo de la vida. Cuando entramos para la penumbra de nuestra alma, percibimos que hay muchos fantasmas ocultos dentro de nosotros. Y ellos resucitan creando pánico y miedo dentro de nuestro corazón.

Exorcicemos todos los fantasmas del corazón, todos los miedos y fantasías del alma, incluso aquellos que viene de nuestro consciente, incluso por situaciones de infancia que no solucionamos a lo largo de la vida.

El Maestro Jesús viene a nuestro encuentro para curarnos, para ponernos de pie. Es de pie que Pedro queda para ir al encuentro de Jesús, pero cuando él va, el Maestro dijo: “Viene, Pedro”. Y cuando Pedro caminaba en dirección a Jesús, sintió un viento en Él y quedo con miedo.

El miedo aterroriza, destruye nuestra relación de confianza con Dios. El miedo nos hace treme delante de cualquier viento que viene a nuestro encuentro. El problema, sin embargo, no es el viento ni la tempestad, el problema es nuestro miedo que debilita la poca fe que tenemos; y cuando la fe queda debilitada, nosotros desmoronamos.

Alimentamos nuestra fe, pongámonos nuestra fe en Jesús y, más que poner en Él, alimentamos nuestra fe con Él. Aumentemos nuestra relación de confianza con Jesús, para que ningún miedo sea mayor que nuestra fe, para que ningún miedo grite dentro de nosotros más alto que la convicción del amor que Dios tiene por nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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