Jesús no nos dejó solo, Él nos dejó Su Espíritu
“Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios” (Marcos 16, 19).
La Iglesia nos da la alegría de celebrar, en el día de hoy, la Ascensión de Jesús a los Cielos. Él quedó cuarenta días en nuestro medio después de Su resurrección. Durante estos días, confirmó la fe de los apóstoles, manifestó a ellos y recordó todas las cosas pertinentes al Reino de los Cielos. Por encima de todo; hizo la gran promesa, que es el Espíritu Santo de Dios, que nos enseñara muchas cosas.
Vivimos, todos estos días, en función de la gran promesa, del gran don y del gran enviado Dios para confirmar nuestra vida en Cristo. El Espíritu Santo es el nuestra unión con el Resucitado y con nuestro Padre amado.
Cuando Jesús se elevó a los Cielos, Él no salió de nuestro medio, no nos dejó solos ni huérfanos, porque Él nos dejó Su Espíritu.
Jesús está sentando a la derecha del Padre. Él actuá y gobierna Su Iglesia, que somos todos nosotros, que llevamos la vida en nombre de Él.
El Señor del Cielo, vivo y presente en nuestro medio, gobierna nuestros corazones, dirige nuestra vida y guiá nuestros pasos. Es necesario dejarse gobernar por el Señor Jesús, tener la vida conducida por el señorío de Él. Él esta entre nosotros cuando nos reunimos en Su nombre, cuando hacemos nuestros actos en Su nombre. Él esta con nosotros, esta en nuestra iglesia. Nosotros tocamos el Señor, podemos palpar Su gracia viva en nuestro medio.
Hoy, es día de aclamar, alabar, bendecir y agradecer la vida nueva que el Señor nos trajo. Somos invitados y convocados a comunicar la gracia de Dios a todos los hombres. Esta gracia no puede quedar rectitud a nosotros, necesitamos llevar la Palabra vida del Señor Jesús a todas las criaturas. “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación” (Marcos 16, 15).
El Evangelio esta impregnado en nosotros, en nuestros pensamientos en nuestros sentimientos, en lo que vivimos y hacemos. El Evangelio es proclamado y anunciado en el poder y en la autoridad del Espíritu, pero toda la criatura, en la faz de la Tierra, tiene el derecho de proclamar, en alto y buen tono, que Jesús es el Señor, que esta vivo y presente en nuestro medio.
¡Dios te bendiga!
