28 Mar 2018

El dinero es el dios de este mundo

Pidamos al señor que purifique nuestro corazón para que no nos rendimos al “dios” de este mundo

“«¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo” (Mt 26, 15-16).

Hoy, queremos entrar en el corazón de Judas, tal vez pueda encontrar estraño y pregunte: “¿Cómo voy entrar en el corazón de un traidor?”. Sin embargo, es solo entrando en el corazón de Judas que vamos entender las debilidades de nuestro corazón. En el corazón de Judas entró un principio de iniquidad.

Jesús nos dice en el Evangelio: “No puede servir a Dios y al Dinero” (Lc 16, 13). Judas servia a Dios, pero, quería también servir al dinero. Y cuando el amor al dinero entra en nuestro corazón, él gobierna.

Nadie puede servir a Dios y al dinero, tengamos eso como principio de vida. Seremos personas infelices, inquietas, perturbadas, porque el dinero causa inquietud. El dinero es el “dios” de este mundo, las personas se compran, se venden y se corrompen, porque el “dios dinero” manda en este mundo.

No se trata de despreciar dinero, tirarlo fuera, se trata de ponerlo en su lugar. El dinero no puede estar en nuestra cabeza y ni en nuestro corazón, él tiene que estar en nuestras manos; y con la cabeza ordenada, sabremos hacer el buen uso de él. No podemos dejar que nuestro corazón se venda.

Judas se vendió al dios dinero, amó tanto el dinero que dejó su Maestro de lado, por causa de treinta monedas de plata. Es una gran cantidad, pero aquí no importa la cantidad, por el contrario, importa ver como estamos vendiéndonos y comprando unos a los otros.

Estamos transformando nuestras relaciones en “relaciones comerciales”, las relaciones parecen relación de mercaderías. Las personas son valorizadas, incluso en nuestras Iglesias y comunidades, cuando ellas tiene mucho, cuando pueden mucho; ellas tienen lugar de aprecio, mandan y comandan.

Nuestras amistades y muchas cosas que hacemos son movidas por causa del dinero. Esperamos retribución financiera de lo que realizamos, seducimos y somos seducidos por el dinero o por quien o tiene, por quien lo detiene.

La sed del poder es la sed de ganar más, es la ganancia del tener, del poseer. Hay el extremo de algunos tener dinero, que ni saben lo que hacer con tanto; y el otro extremo de aquellos que mueren en la indigencia, porque el dinero no puede ser dividido, no puede causar un bien que sea para todos.

Judas se entregó al dios dinero; abandonó y traiciono Jesús Nuestro Señor y Salvador.

Pidamos, al Señor Nuestro Dios, que purifique nuestro corazón, nuestra alma y nuestra voluntad para no nos rendirnos al dios de este mundo que se llama: dinero.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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