18 Sep 2021

El demonio quiere quitar la Palabra de Dios de nuestro corazón

“Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a sus constancia” (Lc 8, 15).

Que bendición estarnos viviendo el mes de la Biblia, pero la verdad es que todos los días tiene que ser para nosotros días de la Palabra de Dios, porque ella es sembrada todos los días en nuestro corazón.

Jesús, el gran sembrador del Padre, siembra en el medio de nosotros Su Palabra y Su Palabra es vida, es transformación y renovación. Es Su Palabra que realiza el hombre nuevo y la mujer nueva. Si nosotros no estamos transformados o no estamos transformando a cada día es porque nos falta tener ese corazón bueno y generoso, que conserve la Palabra de Dios con perseverancia.

Si el corazón es bueno, él acoge; si él es generoso, acoge con intensidad, y hablo más, si él conserva la Palabra, si él guarda la Palabra, si él lucha para permanecer en la Palabra, él da fruto de perseverancia en la Palabra de Dios.

No puedo negar que lo que da sentido a mi ministerio, mi vocación sacerdotal, mi propia vocación cristiana es la Palabra de Dios, es en ella que encuentro sentido, sabor. Y mira que no produzco los frutos que aún necesito producir, mira que necesito ser más intenso, más dedicado, pero no puedo negar los frutos que acojo en mi propia vida personal, por causa de la Palabra de Dios. Sé que muchos incluso escuchando la Palabra, como estoy escuchando ahora, incluso reflexionan, pero desgraciadamente dejan que la palabra se disperse.

Cuando llega la probación y la tentación, el corazón sigue otros caminos

Como Jesús esta mostrando a nosotros en la parábola de hoy, que no es simplemente la parábola del sembrador pero la palabra de la semilla de la Palabra de Dios, esta semilla es lanzada, pero dejamos, muchas veces, el demonio robar. Porque lo que el demonio quiere es quitar la Palabra de Dios de nuestro corazón, él viene por la distracción, él viene porque somos personas desatentas, distraídas, no somos personas que, muchas veces, dan el valor que la Palabra tiene, otras veces incluso recibimos la palabra con mucha alegría, pero no tenemos una raíz profunda. Somos, mucha veces, superficiales y acogemos la Palabra de Dios con superficialidad, creemos, vibramos con la Palabra cuando ella es proclamada: “¡Mira, que belleza! Esta Palabra es para mí”, pero cuando llega la probación y la tentación, el corazón sigue otros caminos, cediendo a la tentación, a la probación, en lugar de escuchar la Palabra de Dios que caio en tu corazón. Entonces, aquella palabra muere cuando dejo de escucharla para escuchar a la tentación, porque no tengo raíz profunda en mi corazón.

Otras semillas, o la Palabra, caen en el corazón que es espino. Escuche, acoja la Palabra de Dios, pero es tan sofocado con las preocupaciones de la vida, con las pasiones, los placeres y las riquezas de la vida que el corazón queda concentrado en estas cosas y la Palabra es sofocada por las preocupaciones y tensiones de la vida.

Pidamos realmente para tener un corazón bueno y generoso, que conserve fielmente la Palabra de Dios, para en Él producirnos los mejores frutos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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