15 Apr 2019

El corazón intenso en el amor a Dios es generoso

“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume” (Jn 12, 3).

Muy cerca de Su Pascua, Jesús esta en la casa de sus enemigos, Lázaro y Marta. María se pone a los pies de Jesús para ungir con medio litro de perfume caro, del más alto valor, pero aquí no es un valor financiero y, sí el tamaño del amor, la intensidad del amor que esta mujer tiene para con el Señor.

Cuando nuestro amor es verdadero e intenso, nos convertirnos generosos e intensos en la forma de amarnos a Dios, pero, desgraciadamente, tenemos mezquindad espiritual. Y lo que es la mezquindad espiritual sino darnos a Dios lo que es nuestro resto y, a veces, ¿no tenemos nada?

Como somos miserables para con Dios, damos a Él aquel tiempo que resta, y como el tiempo que resta es un tiempo donde ya estamos cansados y acabados, mal damos tiempo para Dios.

Cuando vamos participar de las cosas de Dios, buscamos lo que sera el más corto, lo que va ser más rápido y va incomodar menos, lo que va robar menos tiempo. Sin embargo cuando queremos dar alguna cosa para alguien, vamos escoger lo que esta sobrando, lo que no estamos utilizando, lo que no es tan importante. Y así la mezquindad va tomando cuenta de nosotros.

Cuando nuestro amor es verdadero e intenso, nos convertimos generoso e intenso en la forma de amarnos a Dios

La Liturgia de hoy nos presenta dos ejemplos de corazón: un corazón intenso en el amor a Dios, como María que se despoja toda. Tal vez ella tampoco tuviera condición de tener un perfume de aquella calidad, pero el importante es como ella entera se tira con todo lo que tiene, y del otro lado la mezquindad Judas Iscariotes que vio en aquella actitud una oportunidad para mostrar lo mucho que su corazón era avaricioso, era solo preocupado con los bienes y con las cosas materiales: “Pero eso que ella tiro en los pies de Jesús daría trescientas monedas de plata para dar a los pobres”, como si él de verdad se preocupa con los pobres. En realidad, él estaba guardado y que podría retener.

No permitamos que el mundo, el tiempo presente y todo que pasamos hagan de nosotros personas miserables. La experiencia con Jesús haz de nosotros personas generosas primero en amar a Él de todo el corazón, sin reservas, tirándose a sus pies, serviendo a Él de todo corazón, sernos generosos en cuidar unos del otro, incluso, de las cosas de Dios.

Judas convivió con Jesús, pero de forma superficial, quedo solo en la superficie, y por eso se convirtió el discípulo mezquindad que se convirtió, preocupado con una moneda y no con el corazón, preocupado con lo que se gastó a los pies de Jesús y no preocupado en amar a Él.

A veces, estamos preocupado con dos o tres minutos que vamos rezando, meditando y se poniendo a los pies de Jesús y no amar a Él, como se amar Jesús no fuera cosa más importante de nuestra vida.

Que esta semana de la gracia nos ayude a reflexionar nuestros conceptos, elecciones y como estamos guiando nuestra vida. ¿Cuál es el peso de nuestro corazón? ¿Es la generosidad y la intensidad amor o la mezquindad espiritual?

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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