“Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús” (Lc 6, 11)
Lo que dejo los maestros de la ley y fariseos con mucha rabia fue el hecho de ser contrariados. Percibimos que no nos gusta ser contrariados por Dios, por Jesús ni por nadie.
No queremos, muchas veces, pensar como Dios, pero queremos que Él piense como nosotros. No queremos, muchas veces, hacer la voluntad de Dios, queremos que Él haga nuestra voluntad. No estamos buscando la sabiduría de Dios para guiar nuestros pasos, pero buscando que Él esté en nuestros pasos haciendo lo que queremos.
Muchas personas les gustan escuchar al padre cuando él habla lo que querían escuchar, pero cuando el padre habla algo que es duro, que mueve con aquella persona, que va contra todos los principios de ella, comienza a tener rabia, quedar triste. “Yo ni quiero ver más esta persona”.
Queremos ser agradados, queremos que el mundo gire alrededor de nosotros, queremos ser la verdad del mundo y queremos que la verdad sea lo que pensamos y creemos. Por eso que para ser de Dios, necesitamos ser desmontados en nuestras convicciones, en nuestras creencias y en lo que creemos que es verdad.
La verdad es solo Jesús, la verdad esta en Él. La verdad es someternos a Jesús para que Él guie nuestros pasos. La verdad no son letras ya listo y enunciados ya dichos. La verdad es algo mucho más profundo. Antes de la verdad viene el amor, y la verdad viene del amor, porque Dios es amor.
El amor es más importante que cualquier cosa, por eso Jesús se convierte causa de escándalo
Antes de la Ley que manda guardar el sábado y el domingo, viene el amor a persona humana. Así como nosotros, los doctores de la Ley y fariseos estaban más apegados a las convicciones, aquello que creyeron, por eso era menos importante aquel que estaba renegando, siendo dejados de lado con lo que sufría con su mano seca.
Para Jesús el amor es más importante que cualquier cosa, por eso Él se convierta causa de escándalo para aquellos que quieren tener sus proprias convicciones. Sin miedo y son recelo, Él puso aquel hombre de mano seca en el medio, porque estaba dejado de lado.
En el mundo de hoy, ponemos los pobres, enfermos, olvidados y marginados en el medio de nuestro amor, de nuestro pensamientos, de nuestro sentimiento es un escándalo, porque casa uno quiere poner, en el centro, solo su propria vida y sus proprias preocupaciones.
Yo sé que cada uno debe cuidar bien de su vida, pero quedamos, fastidiado porque no tenemos el lucro que queríamos, no tenemos la casa de los sueños, no ganamos aquel juguete, aquel coche y aquel sueño, mientras millones de personas no pueden soñar. No nos preocupamos ni nos molestamos con el dolor y el sufrimiento del otro, porque el problema es de él, no nuestros.
Con Jesús no es así. El problema del otro es nuestro, por eso necesitamos traer su sufrimiento y su dolor para nuestro medio. Eso molesta, duele, por eso prefieren eliminar Jesús.
¡Dios te bendiga!
