01 Feb 2018

El amor a Dios nos hace trillar el camino de la eternidad

Nosotros, seres humanos, debemos seguir el camino y las enseñanzas de Dios

“Si tus hijos vigilan su comportamiento, si caminan delante de mí sinceramente con todo su corazón y con toda su alma, tendrás siempre un descendiente en el trono de Israel” (1Re 2,1-4. 10-12).

Son las ultimas palabras que, David, dirige a su hijo Salomón. Primero David toma conciencia de su condición frágil, mortal, y él mismo dijo: voy tomar el camino que sigue todos los hombres.

Todos nosotros, seres humanos, estamos caminando para la muerte, estamos caminando para la eternidad. Que belleza si todos nosotros tuviéramos esta consciencia, y que gracia sería si tomáramos posesión de esta verdad: que todos nosotros caminamos para la eternidad.

Nosotros no tenemos casa permanente aquí, y nuestra misión es (aquí) vivir la voluntad de Dios e instruir los nuestros para que la vivan también. La ley y el amor al Señor nuestro Dios, son la gran herencia que David deja a su hijo Salomón.

Quien diera que los nuestros padres tomen consciencia de esta verdad, de esta forma, ni otro patrimonio y ninguna otra riqueza sería más importante a sus hijos (graba esto en el corazón de ellos), que la fidelidad al Señor nuestro Dios. Muchas familias se disuelven después que el padre o la madre fallecen, eso por cuenta de las disputas materiales: patrimonio, herencias, y así por delante.

¡Tu puedes dejar algo para tus hijos, algo material, todo bien! Pero, deje lo esencial, lo fundamental; y prepare ese tesoro para que todo quede firme, preso a tu corazón, para que él tenga como gran patrimonio de tu vida: la gracia de la fidelidad al Señor, nuestro Dios.

La expresión de David es justamente esta: se comporta como un hombre, enseñe sus hijos a ser hombres honrados y mujeres honradas; hombres y mujeres que se comporten en la sociedad como hijos y hijas de Dios.

En la edad en que te encuentras,, lo más importante es perfeccionar la educación y las enseñanzas; guiar e instruir en la forma de la ley del Señor Dios, tus hijos. Esta es la herencia que tu dejaras para toda la eternidad.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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