11 Jan 2020

El amor de Dios es mayor que la fuerza del mal

“Toda maldad es pecado, pero no es necesariamente pecado que lleva a la muerte” (1Jn 5, 18).

Esta es la verdad más maravillosa de nuestra vida: aquel que nació de Dios no peca. ¿Y por que aún continuamos pecando? Es porque necesitamos sumergir más aún en Dios, necesitamos renacer de Él de forma más profunda.

Muchas cosas en la vida hacemos de forma superficial, experimentamos solo el lado superficial de las cosas y, as veces, nuestra experiencia con Dios acaba siendo así porque no tenemos fuerzas, y más que eso porque la fuerza viene de Dios, no tenemos determinación para combatir la tentación, el pecado y el mal en nuestra vida.

Alguien dijo: “El pecado es más fuerte que yo”, incluso puedo ser, pero él solo no es más fuerte que Dios. Es por eso que: si Dios esta en nosotros y estamos en Él, somos engendrados en Dios, entonces, vencemos el pecado.

Muchas veces, puede venir un mal pensamiento en la cabeza incluso fuerte, vamos vencer ese mal pensamiento, vamos vencer ese mal sentimiento, vamos vencer esta voluntad gran que tenemos de voltearse unos contra los otros. ¿Cómo hacemos eso? Dejando que los pensamiento sean sumergidos en Dios.

Es bonito e importante sabernos que no nacemos de Dios solo cuando fuimos bautizados o pasamos por una experiencia mística de encuentro con Dios, cuando hacemos un encuentro en la Iglesia o pasamos por una experiencia bonita, todo eso son oportunidades sobresaliente en nuestra vida, además, todas las veces que el pecado viene con fuerza para encima de nosotros y resistimos a él, diciendo no a él e invocando el nombre del Señor, poniéndonos bajo la protección de Él, renacemos y estamos repeliendo el mal porque lo que esta en nosotros es mayor: Dios, la fuerza, la gracia y el amor de Él.

Estamos repeliendo el mal porque lo que esta en nosotros es mayor: Dios, la fuerza, la gracia y el amor de Él

La verdad, como dijo la Palabra, es que el mundo ya es del maligno, el mundo esta realmente bajo el poder del mal, además, aquel que nació de Dios recibe el discernimiento para reconocer lo que es verdadero, autentico de aquello que es falso, mundano y engañador.

Aquel que nació de Dios busca Su Sabiduría para diferenciar lo que es de Él lo que no es. Tomemos mucho cuidado porque, muchas veces, nos iludimos, nos engaños y estamos entorpecidos por los sentimientos del mundo, por el pensamiento del mundo, por la mentalidad mundana.. ¡Estamos nos engañando y nos iludiendo, peor no nos dejemos engañar!

El Espíritu que de Él recibimos nos da el discernimiento para combatir el mal. A veces, el mal es explicito y, otras veces, esta oculto en la malicia de alguien, en la mala voluntad de alguien o en una intención que es mala y esta oculta y, muchas veces, nos falta el discernimiento. Es por eso que siempre debemos estar sumergidos en Dios para que podamos discernir el bien del mal.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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