01 Sep 2021

Nuestras enfermedades nos acercan del Señor

“Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba” (Lc 4, 40)

Comenzando por la suegra de simón Pedro, donde Jesús se va hacer presente para levantarla del estado de opresión en que ella vivía el alma y el corazón, dejando ella incluso, febril. Jesús va al encuentro de ella para sanarla; e inclinando sobre ella, Él mismo amenazó la fiebre. La fiebre la dejó y ella se levantó para servir al Señor.

Así como ella, muchos otros enfermos, personas acometidas por vários males eran llevadas hasta Jesús. Necesitamos llevar nuestras enfermedades, nuestros enfermos en la presencia de Jesús. Necesitamos rezar por nuestra salud, así como necesitamos cuidar de nuestra salud.

Dios no nos quiere enfermos; ninguna enfermedad es voluntad de Dios. Por supuesto que, hay vários factores de orden psicológica, emocional y espiritual; hay vários factores que, físicamente, nos dejan débiles en la vida, pero una seguridad necesitamos tener: Dios esta con todo enfermo para bendecirlo, cuidarlo, para hacerse presente en su enfermedad.

La enfermedad es una oportunidad para el encuentro con Dios

Ningún enfermo puede sentirse jamás solo y abandonado, necesitamos, cada vez más, llevar nuestros enfermos para la presencia de Jesús; y traer Jesús para nuestros hermanos que sufren cualquier enfermedad.

La enfermedad es una oportunidad para el encuentro con Dios, aquel encuentro que transforma el alma, el corazón e, incluso , da sentido a nuestro sufrimiento. Ningún sufrimiento en Dios es sin sentido, todo sufrimiento en Dios, vivido en Dios, es redentor, salvador y purificador para la propia alma y el propio corazón. Dios no nos quiere sanados solo físicamente, Dios nos quiere plenamente restaurados. Por eso, toda enfermedad es una ocasión para la cura del alma y del corazón, cuando llevamos a Jesús nuestra situación, cuando realmente permitimos ser tocados, cuando permitimos que nuestra vida sea revestida, cuando permitimos que nuestro interior sea renovado por la presencia de Jesús.

Por eso, supliquemos a Jesús por nuestra salud, supliquemos a Él por los enfermos y por los que están sufriendo. Vivamos nuestras debilidades, nuestras debilidades en la presencia del Señor, porque Él cuida de nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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