25 Jan 2020

Nos purifiquemos para escuchar solo la voz de Dios

“Caí en tierra y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?. Le respondí: ¿Quién eres, Señor?», y la voz me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba” (He 22, 7-9).

En la lectura de los actos de los apóstoles de hoy, es Saulo que narra su propia conversión a Dios. Cuando la gracia de Dios vino a su encuentro, salvo y liberto.

A mi me gusta siempre recordar que Pablo, ese que es la columna de la Iglesia junto con Pedro, a quien nosotros veneramos por todo lo que Pablo hizo en el seno del cristianismo. Él era un hombre muy religioso, conocedor de la ley divina, conocedor de la gracia de Dios, pero no era un convertido.

El gran mal de la religión es hacer personas religiosas, pero ni siempre convertidas. No basta ser religioso porque hay muchos de nosotros con principios religiosos buenos, conocimientos doctrinarios maravillosos, pero no somos convertidos a Jesús. Somos mas o menos convertidos, a lo que creemos, a lo que pensamos y no a la luz de Jesús. Por eso, hay dos cosas importantes hoy actuando para cambiar la vida, y la dirección de la vida de Saulo que, entonces, se va convirtiendo Pablo, el apóstol a quien amamos ya admiramos.

Primero, es la luz de la gracia. Muchas veces la gracia de Dios esta ofuscada dentro de nosotros, caminanos con luz propia, seguimos la luz de nuestras convicciones, seguimos la dirección que nosotros queremos dar para las cosas, manoseamos la Palabra de Dios de acuerdo con nuestros criterios, es decir, dejamos el seguimiento de Dios y de la religión ser de acuerdo con nuestro criterio. Pero nosotros no somos la gracia y ella tampoco esta sobre nosotros para que podamos manosearla de acuerdo con lo que queremos.

¡La gracia es Jesús! ¡La gracia es Dios! Es esta gracia que necesita estar siempre actuando en nosotros para iluminar nuestra alma de muchas cosas oscuras del propio corazón.Tu vas a ver que, después de muchos años siguiendo a Dios, participando de la Iglesia, de encuentros, teniendo momentos de muchas “luces” en nuestra vida, necesitamos de las gracias todos los días para convertirnos.

¿Que es la voz de Dios? Es la voz que calla los ruidos del alma y del corazón

La segunda gracia que Pablo tuvo fue la voz que habló con él (…): la voz del interior, del alma, del corazón que da la dirección para la vida. Es necesario que purifiquemos las voces humana que gritan dentro de nosotros y que transformamos en voces divinas (cuando diciendo que es Jesús que esta hablando, pero, en realidad, somos nosotros mismo) para entrar en aquel profundo silencio de alma, del espíritu, de la serenidad del corazón para que solo la voz de Dios hable en nosotros.

¿Qué es la voz de Dios? Es la voz que silencia los ruidos del alma, del corazón. ¿Qué es la voz de Dios? Es la voz que silencia las cosas que están haciendo ruidos y agitadas dentro de nosotros. ¿Qué es la voz de Dios? Es la voz que nos convierte a cada día a dejarnos el orgullo, la soberbia, para que la gracia de Dios nos levante.

¡Que la conversión de Pablo nos inspire a convertirnos a cada día de nuestra vida!

¡Dios te bendiga

Pai das Misericórdias

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